Me alegro por la publicación de esta obra que nos refirma, aunque quizás sólo a un puñado de nostálgicos, en nuestra idea de que existió otro Cádiz, en el que la cultura no era un bien carente de valor y digno de ser eliminado, sino algo que vivía la ciudad como una cosa natural, y que se transmitía a través de las generaciones familiares. En este caso estas familias tenían relación con la música, pero igualmente podía establecerse la misma relación con el comercio, con el periodismo o con la medicina por ejemplo.
Por supuesto que este libro no ha despertado el mínimo interés ni se ha publicitado ni en la prensa local ni en los medios que se consideran cultos de nuestra ciudad. Hay que tener en cuenta que no trata sobre el Carnaval, aunque quizás tenga más relación con éste de lo que sospechen estos cultos (y cultas hay que ser políticamente correctos) críticos literarios.
Si quieren enterarse del ambiente musical gaditano del XIX y de parte del XX, aunque no entiendan de música, no dejen de leer este libro; su temática y el nombre de su autor son suficiente garantía de que van a disfrutar con unas excelentes líneas que les sumergirán en la desaparecida cultura gaditana de otros tiempos.
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