Atribuyo al desconocimiento real de la historia de Cádiz
la exaltación mítica de la figura del Alcalde Fermín Salvochea que, al menos en
su actuación pública, sólo aportó a su ciudad sangre, sufrimiento y ruina, aunque
quizás en su haber habría que poner el derribo de varios conventos
desamortizados, lo que después llevaría a la apertura de nuevas plazas para la
ciudad. Creo que la fama de santidad que el pueblo le dio con posterioridad y
que ha llegado hasta nuestros días, se debe más a su vida privada posterior a estos
acontecimientos cuando, sin formar una familia y refugiado en el domicilio
materno, se convirtió en una figura popular, un asceta que recorría la ciudad
exhortando a sus amigos comerciantes a que practicaran la caridad con los
gaditanos más necesitados. No hay que olvidar que, aparte de sus ideas
progresistas, Fermín Salvochea se había criado en una familia conservadora y religiosa
por partida doble, por los navarros y muy religiosos Salvochea y por los
conversos y no menos religiosos Álvarez, que conocemos por la excelente biografía
del político Mendizábal de la que es autor Manuel Ravina Martín.
Una de las consecuencias para la ciudad de las intentonas
revolucionarias de este Alcalde, sería el pago de los daños y perjuicios
causados por la compra fallida de armas por cuenta del Ayuntamiento. En marzo de 1873 Fermín Salvochea accedió a la Alcaldía de
Cádiz; en junio de ese año, el Ayuntamiento acordó la compra de fusiles para
armar a las milicias ciudadanas, firmando el correspondiente contrato con la ya
entonces prestigiosa casa norteamericana “Remington & Son”. Aunque para proceder
al pago de estos fusiles intentó la venta de la custodia del Corpus, de
propiedad municipal, al final no lo consiguió, por lo que consideró rescindido
dicho contrato.
La fábrica de Armas de Remington & Son en el siglo XIX. |
Como intermediario en Cádiz Norris contactó con el Cónsul en la ciudad Alfred Napoleón Alexander Duffie, quien llevó las negociaciones para lograr un acuerdo amistoso ante esta reclamación.
¿Quién era Duffie? Conocedores de la importancia que en el comercio con América tenía la ciudad, los Estados Unidos concedieron siempre mucha importancia a su consulado en Cádiz. Así este Cónsul era un prestigioso militar, héroe de la guerra que años atrás había asolado esta nación. Aunque nacido en París en 1835 y militar francés en diversas colonias africanas, marchó a América en 1859, participando en la guerra de Secesión donde llegó a ser Brigadier General de la Caballería del ejército del Norte.
Alfred Napoleón Alexander Duffie |
El Ayuntamiento nombro una Comisión especial para
estudiar el tema y realizar otra propuesta de solución, pero al final en Diciembre
de ese año se acordó fijar la indemnización en “1.000 pesetas en efectivo y
4.000 en Bonos de la Ciudad” de una emisión de deuda pública que pensaba emitir
en breve.
La moraleja de esta historia es que la Revolución, en su
discurrir heroico y abnegado, olvida una obviedad, que después de gastar hay
que pagar. Pero no hay que preocuparse, pues después como siempre será el
pueblo quien se encargue del pago de las costas revolucionarias como sucedió en
esta historia.
Por cierto que uno de sus protagonistas, el General
Duffie, falleció en nuestra ciudad el 8 de noviembre de 1880, solicitando su
viuda Mary A. Duffie que su cuerpo fuera embalsamado para trasladarlo a los
Estados Unidos, lo que se llevó a cabo por los médicos gaditanos Benito Alcina
y Federico Godoy Mercader en el domicilio del Consulado, en el número 12 de la
calle Isabel la Católica.
Del Archivo Histórico Municipal de Cádiz
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