Tengo que confesarles un secreto, no he votado. Como
estaba indeciso esperé hasta que vi una encuesta publicada en el Diario de Cádiz
en la que preguntaban a los partidos políticos que se presentaban a estas
elecciones por el número de asesores que pensaban contratar. Todos fueron imprecisos
en sus respuestas, “los necesarios, los reduciremos, los imprescindibles´ pero
ninguno dijo que no los contrataría. Era la prueba del algodón; cualquiera que
haya trabajado en una Administración Local mediana, como por ejemplo el Ayuntamiento
gaditano, sabe que los llamados asesores no existen, mejor dicho, los únicos
asesores de verdad que van a usar los futuros ediles serán los funcionarios, mientras
que llamarán asesores a un grupo de compañeros del partido o compromisos
familiares, que van a disfrutar durante cuatro años de un sueldo sin necesidad
de conocer de ninguna materia ni siquiera de pisar un solo día la Casa
Consistorial.
Eso me convenció, aunque sea una frase muy manoseada, todos
son iguales según para qué cosas. En concreto para lo que llamamos por esta
tierra la mangancia o el trinque. Por supuesto que no es nada ilegal, es algo
correcto y no desprestigia a quienes usan de esta forma fina de apoderarse de
nuestro dinero. No son unos políticos corruptos sino unas personas honradas que
usan de una ley imperfecta para beneficiar a los suyos. ¿Quién no mira por los
suyos? Pero como ya tengo algunos años y he visto pasar por mi empresa de la
Plaza de España en Cádiz a tantísimos asesores, bueno a la mayoría ni siquiera los
he visto, me propuse no legitimar con mi voto esta golfería, así que con todo
el dolor de mi corazón pues quiero a mi ciudad y me preocupa su futuro, decidí no
votar en estas elecciones y marché unos días a Madrid.
La mañana del domingo 24, en plena jornada electoral, en
la Villa y Corte o Capital del Reino, lo que ustedes prefieran, este gaditano subía
por la calle Moratín que desde el Paseo del Prado sube hasta confluir con Atocha
en Antón Martín, cuando de pronto los
vi. Jóvenes sudorosos, hermanados por una misma idea, subían disciplinados con
paso firme, seguros de sí mismos y exhibiendo a los ciudadanos su fuerza ya que
habían logrado infiltrarse y triunfar en el mismo Madrid. No cabía duda, se
trataba de las que han dado en llamar ‘fuerzas emergentes´ y precisamente de
una que, a pesar de la ayuda de la prensa local y de sus numerosos seguidores,
todavía no había logrado abrirse paso en la fortaleza tradicionalista de la
ciudad que todavía gobernaba Teófila Martínez.
Admirado contemplé su paso y la mirada de curiosidad e
incluso de admiración que les lanzaban los peatones, sorprendidos por su
irrupción en día tan señalado. Por mi parte quedé admirado de su poderío y
comprendí que toda la resistencia ante esta nueva fuerza emergente sería
inútil, de ellos es el futuro y Cádiz no se les resistiría, terminaría
sucumbiendo a la nueva juventud, a sus nuevas ideas y a su nueva forma de
pensar y de actuar más acorde con el siglo XXI.
Puedo dar fe que en domingo 24 de mayo de 2015, mis ojos
contemplaron una proeza victoriosa del ‘costal´, del estilo de carga sevillano.
Viendo cómo se alejaban hacia Antón Martín los sufridos costaleros ajenos a la
disputa electoral que se dilucidaba en toda España comprendí que la victoria
caería de su lado, era inútil la resistencia. Cádiz también caerá, más pronto o
más tarde, rendida a esta nueva fuerza emergente en el mundo de la carga.
Ensayando en Madrid en la jornada electoral. |
Pues sí, eso es imparable, admirado José Mª :-)
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