A algunos siendo casi niños nos llevaban a la Plaza a ver
los “tosantos”, también a escuchar cantar a los coros antes de que se inventara
lo del “carrusel”, para todos los gaditanos era la Plaza, a la que la
nomenclatura municipal denominaba pomposamente el Mercado Central y que las
nuevas generaciones ya van conociendo como “el espacio gastronómico del
mercado”. La plaza de la Libertad, nombre que respetaron hasta los
Ayuntamientos franquistas, pero que muy pocos lo conocen ya. Desde el viejo
recuerdo a aquellas vivencias infantiles me permito recordar los comienzos de
su nacimiento.
Al principio del siglo XIX no era sino una parte de la
huerta del convento de los Franciscanos Descalzos; vendida por los frailes al
Ayuntamiento, se formó en ella una explanada, con el nombre de Libertad, en la
que se instalaban entradores y vendedores de productos de las huertas de
Extramuros y de la cercana Chiclana formando un mercado más propio de un pueblo
que de la civilizada ciudad que era entonces Cádiz.
Esto
lo vio en 1836 el Alcalde 1º Therán quien se dirigió al pleno municipal en
estos términos “Es indudable que el estado de la plaza pública llamada de la
Libertad no corresponde al nombre de esta Capital, a la cultura de su
vecindario y al lustre de este Cuerpo municipal”. Se quejaba del estado del mercado
“La desigualdad de sus puestos, su corto número, la falta de oficinas para su
aseo, mejor orden, servicio del público y vigilancia de la Autoridad son circunstancias
que reconoce cualquiera”.
Para
solucionar esta situación proponía “Agrandar la plaza, hacer los puestos
iguales y en el número y por el orden conveniente con las demás oficinas
necesarias” así como “abrir una calle que desde la de Sacramento, prolongando
la de San Miguel vaya a la Plaza” y acompañaba “unos dibujos” que ilustraban
sobre la “nueva plaza” que proponía.
Se formó
una Comisión integrada por los ediles Tomás Macías, José María Gómez y Juan de
Elizalde que estudió este proyecto, y que animó al Ayuntamiento a emprenderlo
para conseguir, “ya que no verla concluida en su tiempo, haberlo intentado y
planteado”. Calculó su coste para noventa puestos en 27.000 reales de a ocho, y
al señalar esta moneda usaba el símbolo español que tomaron prestado en los Estados
Unidos para el Dólar, aunque proponía como ahorro utilizar en su construcción
“una considerable cantidad de piedras” que había quedado “en el derribo de las
tapias de la que fue huerta de San Francisco”.
La Plaza en moneda con símbolo español. |
En
cuanto a la ampliación de la plaza entendía que "no se debe intentar, conceptuando que para Cádiz, con la plaza que existe tiene suficiente". También sobre la nueva calle que continuara la de San Miguel, su parecer fue negativo, “pues además del desnivel del terreno que ocasionaría una calle con
demasiada pendiente, tendría más bien la hechura de callejón entre dos tapias” y además que era “tan corta
la distancia de la calle de San Miguel al callejón alto de los Descalzos que no
recompensaría el trabajo y coste de la
obra”.
El tiempo le daría la razón a Therán frente a los realistas miembros de la Comisión.
El proyecto de Therán. |
Del Archivo Histórico Municipal de Cádiz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario