domingo, 8 de febrero de 2015

Fenicios de cuando Franco


Escudo del Grupo de Empresa de clara iconografía fascista.
            En este Carnaval de 2015 salen algunas agrupaciones que llevan a los fenicios por tipo, ese pueblo del Mediterráneo que habitó en Cádiz antes de la Explosión de 1947. Al haber escuchado en alguna radio que era la primera vez que salía ese tipo, sin pretender acercarme siquiera al pedestal donde se encuentran tantas personas doctas en la historia del Carnaval, me permito recordar a “Los Fundadores de Gadir” un coro que salió en el siglo XX, en tiempos de Franco. Aunque corresponde a una época nefanda y completamente fascista, en la que ni se hizo nada bueno, ni se salva nadie de los que la vivieron, salvo los contemporáneos que luego se metieron en política claro, creo que se me perdonará mi osadía si alego en mi descargo que era un coro formado por obreros, productores se decía entonces, de los astilleros, como se conocía a la antigua factoría de Echevarrieta y Larrinaga y en los años cincuenta de Astilleros de Cádiz S. A..  

            Para su descripción me guiaré por la Memoria 1952-1953 del Grupo de Empresa de esa factoría de la que extraeré los párrafos que entrecomillo. “Corría el mes de Octubre de 1952 y ya en nuestra ciudad, tan fiel a sus tradiciones, se hablaba con insistencia de las próximas salidas de los coros y chirigotas. Esta próxima salida se haría para el mes de Febrero durante los tres días de carnaval. Como esta manifestación folklórica gaditana tiene sus principales adeptos entre las clases modestas, de ahí que un núcleo de obreros se dirigiera al Grupo (de Empresa) en solicitud de que se estudiara la posibilidad de organizar un coro en la factoría”. Deben ser sendas erratas que en un folleto impreso por Salvador Repeto en 1953 se mencionen las palabras “carnaval” y “obrero”, pero lo que consideramos imperdonable y denota el marcado carácter fascista e ignorante de esta publicación es que considere como “principales adeptos” de la fiesta a “las clases modestas”, sin hacer ninguna referencia a los intelectuales que conforman la misma, a los filósofos, poetas e historiadores que marcan sus pautas y nos ilustran sobre su sentido y su significado en la vida y en la historia del pueblo de Cádiz. Claro que como era durante el Fascismo a lo mejor estos intelectuales ni siquiera existían o, como piensan algunos malvados, no se interesaban por el carnaval precisamente por tratarse de una fiesta del pueblo, de esas “clases modestas” a las que por entonces sus padres no les dejaban acercarse mucho. 

            Pero dejemos esta deriva seudo-cultural y políticamente incorrecta para continuar con la descripción del coro. “Tres meses de continuados ensayos de diez a doce de la noche, dieron por fruto un gran coro de treinta y dos voces, que conjuntado por nuestra Rondalla fueron cuarenta sus componentes, hábilmente dirigidos por el Encargado de Taller Gustavo Rosales Márquez”. “La música fue original del veterano comparsista Maestro pintor de la Factoría, Francisco Macías Quirce y las letrillas graciosas e irónicas las compusieron Gustavo Rosales y Manolo Fornell, éste operario de Cerrajería. El título que dimos a nuestro coro fue inspirado en la  proyectada celebración del trimilenario de la fundación de nuestra Ciudad y por ello…vestimos a nuestros “fenicios” con ricas telas de moaré que llamaron la atención por su autenticidad en el tipo y lujosa presentación”.

Aparte de la ingenua referencia a la ¿inminente? celebración del trimilenario de la fundación de Cádiz, la Memoria destaca el esmero en la presentación del tipo y de la batea en la que saldría por las calles: “En nuestro afán de superación, proyectamos que nuestros fenicios se presentaran en una embarcación y ésta fue felizmente concebida por nuestro dibujante Casal, que triunfó ampliamente en su realización. Felipe en Gálibos trazó sus plantillas, Rafael Armario dirigió su construcción y la efectuaron nuestros afiliados Macías Marchante y Muñoz García, Tomás Gil la pintó y Joaquín Enríquez Madera, sin elementos y con solo unas planchas de cartón, construyó la cabeza del caballo mascarón de proa, verdadera obra de arte”. Esmero que, según dicen, “implantaba una novedad en los coros gaditanos ya que, por el coste que supone su organización, todos salen en carros adornados ligeramente con guirnaldas de yedra y algún que otro atributo alusivo al tipo que representan”. Esta “modestia” que se observa en la exaltación de los simples artesanos choca con el actualmente compartido sentido intelectual de la fiesta, que valora más los conceptos de modernidad, compromiso y culto a la poesía ilustrada que engrandecen y hacen único nuestro Carnaval.

La carroza de la que alardeaban.
Además sorprende que, en una época oscura en la que todavía no había triunfado el actual concepto de transparencia, se dieran las cuentas detalladas: “El coste de los cuarenta vestuarios, alquiler de la carroza y caballerías, material para la rondalla etc., se elevó a 21.403,75 pesetas, de las cuales 9.380,35 fueron aportadas por el Grupo, recaudadas en anuncios, premio y subvención del Ayuntamiento, venta de coplas y donativos y el donativo de la empresa fue de pesetas 6.011,70”. El coro sólo consiguió el tercer premio en el concurso del Falla, aunque según esta Memoria “en honor a la verdad, el Jurado no estaba muy enterado de la cuestión que le tocó enjuiciar”.

Para terminar, me permito finalizar con un trozo de una de las coplas que recuerdo de memoria de este coro. Copla que, aunque estaba impresa en su libreto y la cantaron libremente en el Falla y por las calles, debió tratarse sin duda de un despiste de la feroz censura, ya que hace una crítica al estado de la entonces llamada “Carretera Industrial” por la que acudían a su trabajo los “operarios” que trabajaban en los astilleros y que vivían en el casco antiguo, la mayoría en ese año en que apenas si se empezaban a levantar los primeros bloques en Puerta Tierra, debiendo aclarar los “carburos” eran unas lámparas que se usaban en esos años, por cierto que olían fatal, que se usaban en las minas por lo que las podemos ver en algunas películas en blanco y negro (aclaración necesaria en nuestros días).

“Esa hermosa carretera que llega a los Astilleros,
por la noche con carburos dicen que van los obreros,
y en las mañanas de invierno, cuando caen dos chubascos,
llegan a la factoría poco menos que nadando.
Que les pongan un tranvía o que les dejen fletar un barco.


El coro en suelo hoy recuperado para la ciudad y para el Corte Inglés.



             

            

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