En el Diario De Cádiz de ayer se publicaba la existencia
de un proyecto municipal para la “puesta en valor”, frase ritual y polisémica en
el mundo político de nuestros días, del palacio de Recaño o de la Torre Tavira como
algunos lo conocemos, consistente en “crear un ente similar a la Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación que existe en diversos puntos del territorio
nacional, siendo el ejemplo más cercano el de Granada”. La idea, aportación del
edil Delegado de Patrimonio y Presidente del Colegio de Graduados Sociales,
supondría “muchos beneficios a la ciudad, tanto con la organización de
encuentros como por la difusión y conocimiento de este hecho a nivel
internacional”.
Hace años participé en el proyecto del entonces Decano
del Colegio de Abogados de Cádiz José Manuel Jareño Rodríguez Sánchez, apoyado
por el ex Decano Julio Ramos Díaz, de restauración de la gaditana Academia de
Jurisprudencia y Legislación, una creación decimonónica del Colegio de Abogados
de la ciudad, aunque la que ahora se pretendía crear fuera una institución más en
consonancia con los tiempos actuales y más abierta a la sociedad, que estuviera
alejada tanto del individualismo como del enclaustramiento, los dos principales
defectos que se achacan a las academias tradicionales.
Se trabajó
en esta restauración, recopilando los antecedentes históricos así como
redactando la memoria y un borrador inicial de estatutos. Por cierto que en esta
documentación se prescindía de localismos, buscando una institución cultural de
ámbito provincial, y de corporativismos, pues se mencionaba expresamente a la
Facultad de Ciencias Sociales entre los centros académicos que impartían
disciplinas jurídicas y con los que la Academia tendría que contar en su puesta
en marcha y en su desarrollo posterior.
Tras
estos trabajos sólo quedó pendiente el trámite, de conformidad con la
legislación específica de la Junta de Andalucía, del nombramiento por el
Colegio de Abogados de la Comisión Gestora que redactaría los estatutos
definitivos y elevaría el proyecto a la aprobación de la Consejería de
Educación y Ciencia que es la competente para su aprobación. Por diversas
causas este nombramiento se fue aplazando, sin que haya tenido lugar en el día
de hoy, por lo que este proyecto de restauración se ha quedado inconcluso.
¿Merecía
la pena este proyecto de restauración? Teniendo
como antecedente la “Academia de Abogados y Pasantes en Leyes” que, “a exemplo de las que hay en la Corte y
principales Ciudades del Reyno”, se
creó en 1792, el 17 de marzo de 1848 la Junta del Colegio de Abogados, a
propuesta del Decano Francisco Fernández de Haro, crea la Academia de
Jurisprudencia. En ese mismo año se aprobaron sus Estatutos y comenzaron sus
actividades en su sede de la calle San José 42.
Poco
después se cambió su nombre por el de Academia de Jurisprudencia y Legislación,
que impartía cursos y reuniones científicas destinadas al estudio de la
legislación contemporánea, en especial de los nuevos Códigos que estaban surgiendo
fruto de la codificación liberal. Aunque los actos que más popularidad
adquirieron fueron los debates en los que dos oradores defendían posturas
opuestas sobre temas que entonces interesaban como la patria potestad, los
sistemas patrimoniales matrimoniales o la propia existencia legal de la esclavitud,
debates que eran seguidos por la prensa de la época que los reseñaba al día
siguiente, comentando las actuaciones de los ponentes y hasta la del público que
llenaba el salón de la calle San José y el más amplio de la calle del Teniente,
hoy Zaragoza, al que se trasladó en 1859.
Un
dato de su apertura a la sociedad gaditana de la época: La Academia se
relacionó muy estrechamente con el Ateneo de Cádiz, en especial durante la
presidencia de uno de sus fundadores, el prestigioso jurista Miguel Ayllón y
Altolaguirre quien, en unión de su hermano Emilio, publicaba desde 1860 en
Cádiz la “Revista de Tribunales, Jurisprudencia y Legislación” y había creado
en el Ateneo Cátedras de Derecho Mercantil, de Derecho Penal y de
Administración.
Contando
con este antecedente histórico, creemos mejor la restauración de una institución
nuestra, adaptada a nuestro tiempo y con la participación de todos los agentes interesados,
que la creación de una nueva institución, aunque se base en el cercano ejemplo
granadino porque, como resalta el promotor de este proyecto municipal, “Tenemos
que poner en valor lo que la historia nos ha dejado”.
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