Coincido plenamente con el pensamiento que anima a los
impulsores de los actos del centenario del fallecimiento de Cayetano del Toro, un
buen Alcalde hoy minusvalorado en beneficio de otros, de mandato más fugaz pero
también más traumático para la ciudad como Fermín Salvochea, por lo que rescato
estos dos acuerdos municipales relacionados con su obra científica, profesional y humanitaria.
En su sesión de 13 de octubre de 1870 el Ayuntamiento de
Cádiz aceptó el trabajo Ensayo Oftalmológico de un joven Cayetano del Toro que
el autor había ofrecido al Consistorio, “dándole las gracias y felicitándole
por su magnífica obra”. En su escrito de ofrecimiento del Toro decía: “Nada
vale en sí la obra pero, producto de un hijo de Cádiz ruego a sus legítimos
representantes vean en esta pequeña ofrenda una débil expresión del cariño que
su autor profesa al pueblo que le vio nacer”.
Ensayo Oftalmológico. |
Dos meses después presentó un proyecto para establecer
“una Clínica Oftalmológica donde los alumnos de Medicina puedan estudiar esta
importante especialidad, al mismo tiempo que los enfermos pobres reciban los
cuidados gratuitos”. El Ayuntamiento en su sesión de 20 de diciembre “convencido
de los beneficios que a la Humanidad y a la Ciencia aportará la instalación de
un establecimiento de esta clase, cooperando a la realización de tan magnífica
idea, prestándole apoyo moral y material y contribuyendo, en cuanto sus fuerzas
lo permitan, a la creación de un establecimiento que hace honor a la proverbial
cultura de Cádiz”, aprobó poner a su disposición “una de las salas del ex
convento de San Francisco” para establecer en ella la clínica, aportar 8.000
reales para gastos de instalación “comprendidos el arsenal quirúrgico y todo el
aparato instrumental”, otorgarle una subvención
anual de 4-000 reales y “autorizar que las recetas de las medicinas los
enfermos de la Clínica que sean suministradas por la Beneficencia Municipal”. Todo
ello para “prestar su ayuda y protección a tan útil y humanitaria idea”.
Era otra forma de servir y ayudar al
pueblo sin tener que llenar la plaza de San Juan de Dios de tiros y de sangre y
los penales de Santa Catalina en Cádiz y el Hacho en Ceuta con presos
gaditanos.
Del Archivo Municipal de Cádiz.
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