Como decía el tango, ¿Cuántos volverán? de los “pobres
soldaditos” que marchaban “a la infame manigua” Muchos no volvieron, se
quedaron para siempre en Cuba víctimas, no siempre de las balas enemigas, sino a veces
de unas enfermedades tropicales entonces al parecer incurables.
Uno de esos soldaditos fue el gaditano Felipe Silvera
Vergara, movilizado en el Regimiento de Infantería de Antequera nº 11 que falleció
el 24 de enero de 1880 en el Hospital Militar de Bayamo de “fiebre biliosa”,
según reza el certificado de defunción expedido por el Capellán Párroco
Castrense en Manzanillo donde se encontraba de guarnición dicho regimiento.
El certificado de defunción. |
El certificado de defunción acompañado de la liquidación
de haberes, se enviaron al Ayuntamiento de Cádiz para que éste se lo notificara
a su madre María Vergara, acompañando la relación de documentos que ésta debía
presentar para cobrar los doce pesos que el Ejército le debía en su condición de heredera del
soldado fallecido, cantidad que podría cobrar “cuando en la Caja General de Ultramar haya fondos y le
llegue el turno de antigüedad”.
Le debían 12 pesos... |
SI fría y cruel fue la forma de comunicar su muerte a sus
familiares a través del Ayuntamiento, más cruel resulta el apartado final de
la liquidación que se refiere a los bienes y prendas personales del soldado: “No
teniendo más prendas que las puestas se le dio sepuntura con ellas".
Sus únicas "prendas". |
¿Cuál sería el dolor de su madre al recibir la noticia a
través de los papeles que le entregó un guardia municipal? ¿Cuál su pena al
leer este párrafo?
Las historias de la vida cotidiana nos ayudan a
comprender la gran Historia. Esta es una simple anécdota pero que nos revela
cual era la forma de notificación a los familiares de los soldados caídos en
Cuba, así como el respeto que se tenía al pueblo que entregaba la vida de sus
hijos para una guerra que encima se acabaría perdiendo al final.
Del Archivo Histórico Municipal de Cádiz.
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