En 1859 estalló la que después sería conocida como Guerra de
África; el Ejército español se prepara para marchar a la lucha en las tierras
del reino de Marruecos en medio de un entusiasmo patriótico que surgió por todo
el país. También en las provincias de las que hoy se denominan “nacionalidades
históricas”, que acudieron a formar parte del ejército expedicionario encuadrados los
voluntarios catalanes en la Legión Catalana y los voluntarios vascos
en los Tercios Vascongados dirigidos por el general Carlos María Latorre.
Son
estos Tercios los que desembarcaron en San Fernando para realizar su instrucción
en la que era, desde tiempos inmemoriales y hasta bien entrado el siglo XX,
dehesa municipal gaditana de Campo Soto, el lugar donde pastaban los ganados
que luego se dirigirían a Cádiz por los caminos salineros y por la playa
durante la bajamar.
Los marciales chicarrones del Norte comenzaron su
instrucción, en los lugares donde un siglo después algunos la haríamos, bajo la
asustada mirada de las reses que por allí se encontraban, haciendo sus marchas y
pateando el terreno con ardor y entusiarmo como si estuvieran ya en las peligrosas tierras africanas.
Pero no contaban con la profesionalidad y el celo del
guarda de la dehesa Francisco Pabón quien, el 23 de Febrero de 1860 da parte al
Ayuntamiento “de estar el batallón de voluntarios vascongados aprendiendo ha
hacer el hejercicio en los terrenos de dicha dehesa y pisoteando toda la yerba
por cuya causa todo se seca y además las reses se asustan”.
Al día siguiente el Alcalde de la ciudad Antonio Gargollo
se dirigió al Gobierno Militar pidiéndole que “las tropas acantonadas de los
Batallones Vascongados efectúen los ejercicios de instrucción en otro punto que
no causen perjuicios a las yerbas que sirven de pasto al ganado que se conduce a
esta plaza para el consumo público”; recibiendo el mismo día la contestación del
Gobernador en la que le decía que suspendería estos ejercicios “como es justo
para cortar los perjuicios de que hace V. S. mérito si no fuera porque hoy se
están racionando los expresados Tercios con objeto de empezar mañana con urgencia
el embarque para África”.
Llegaba tarde el Alcalde, los soldaditos voluntarios vascos
dejaron de pisar las yerbas de la dehesa de Campo Soto y de asustar a los cornúpetas,
futuros filetes en los platos gaditanos, para marchar, convertidos en
protagonistas de la Historia de España, en busca de la gloria militar en los
campos africanos.
Una entrada que cuenta una pequeña anécdota, quizás hoy bastante incorrecta políticamente hablando, sacada del Archivo
Histórico Municipal de Cádiz.
Y de Campo Soto se fueron a luchar. |
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