El pasado
viernes 14 de este mes asistí invitado a un Café Cultural que organizaba el
gaditano Ateneo Virtual, para que diera una charla sobre mi libro de los
gremios gaditanos. Era la primera vez que me invitaban a un acto para hablar
sobre un libro artesanal que no había merecido ni una línea del Diario de Cádiz,
ni una palabra de ningún otro medio local, así que asistí encantado.
El acto, celebrado en el salón interior de un café del
centro, tenía un cierto aire clandestino y todo el encanto de las reuniones de
iniciados o de adeptos, porque ciertamente los allí presentes eran iniciados y
adeptos, iniciados en la historia de nuestra ciudad y adeptos a la cultura como
forma de enriquecimiento personal y ciudadano.
“Gente de Cádiz” como se decía antes, con diversidad de profesiones
y aficiones, muchos conocidos y algunos antiguos compañeros del Instituto Columela;
todos los presentes interesados por el tema y por toda la historia local como
pude comprobar en el coloquio posterior. Aunque atento no fue un público fácil,
no creo que ningún mal aficionado pueda debutar en esa plaza sin sufrir algún
que otro revolcón, si se me permite el hoy tan poco político símil taurino; los
asistentes sabían de muchos temas gaditanos más que el charlista por lo que no
se podía fantasear ni hablar porque sí.
Lo más destacable es que se trataba de una reunión de
ciudadanos gaditanos agrupados de modo informal en el Ateneo Virtual; informalidad
que no ha dificultado su trabajo activo en defensa del patrimonio cultural e
histórico de Cádiz, junto con otras instituciones como el Ateneo o Cádiz
Ilustrada.
En los tiempos que corren con la cultura “oficial” en
manos de políticos o universitarios que en su mayoría tienen otras inquietudes,
es de agradecer que la ciudadanía se organice para realizar actividades
culturales sin subvenciones ni patronazgos, movido por su amor a su tierra y sin
otros intereses que el puro amor por la cultura.
En resumen pasé una tarde agradable en una tertulia más
agradable todavía, por lo que les estoy muy agradecido y, si me invitan,
asistiré de nuevo cada vez que se dignen admitirme como uno más de sus
tertulianos. Gracias.
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