En
el mes de Marzo de 1874 se dirigen al Alcalde de Cádiz "los infrascritos individuos que componen la Junta de
Gobierno del Colegio de Procuradores de esta Ciudad” en un escrito en el que manifiestan
que, “establecido el Colegio con arreglo a las prescripciones de la ley provisional
sobre organización del poder judicial, es indispensable el que disponga de un
local en la Casa de Justicia, donde se encuentran los juzgados de 1ª Instancia
y el Tribunal del Jurado”.
Los miembros de la primera Junta firmantes del escrito. |
Justificaban
su petición “las audiencias públicas y las asistencias a los actos
públicos requieren un local a propósito donde los procuradores puedan
reunirse a oir las notificaciones que les sean respectivas y estar con la independencia
que su oficio e intervención en los negocios judiciales exigen en la
tramitación de los mismos”.
El
Ayuntamiento accedió a esa petición y nombró una comisión en la que se
integraban entre otros los regidores municipales Ramón María Pardillo, Ricardo Sobrino
y Arturo García de Arboleya para que se trasladara a la Casa Consular, la antigua
e histórica sede del Consulado en la calle San Francisco, que había sido cedida
por la Diputación Provincial, a fin de que examinara los locales más adecuados
para instalar tanto el Archivo de Protocolos Notariales como el Colegio de
Procuradores que tendría así su primera sede en un edificio lleno de recuerdos
del glorioso pasado mercantil y americanista de la ciudad.
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