No salían de la sorpresa en el Ayuntamiento de Cádiz
cuando recibieron un oficio del Gobierno Civil en el que se decía que “para
cumplir con la Circular del Ministerio de la Gobernación de 27 de agosto …
sobre la detección de bienes de Doña María Cristina de Borbón, ruego a V. S. se sirva informarme si, por
virtud de sus datos particulares o consultando el padrón de riqueza pública le
consta si en esta Ciudad existen algunos bienes de la propiedad de dicha
Señora”.
Esta Circular había dispuesto entre otras medidas “que la
mencionada Señora, acompañada de su familia, salga inmediatamente del Reino” y
“que se detengan y pongan en seguridad todos los bienes que a la expresada
Señora y su familia correspondan en España”.
La
contestación de la Alcaldía fue rápida, comunicando que “En la Contaduría
Municipal no hay noticia ni conocimiento de que Dª María Cristina de Borbón
posea bienes algunos en esta Ciudad”, en cuanto a los bienes que tuviera en la provincia
se manifestaba que no eran de competencia municipal sino “de la Administración
de la Hacienda Pública”.
Aunque
alguna persona lectora pudiera pensar maliciosamente que este oficio tiene
alguna relación con la actualidad, estas pesquisas ordenadas por el Gobierno
desde Madrid, no son actuales sino de 1854 y se refieren a Doña María Cristina
de Borbón. La viuda de Fernando VII, que también era su tío, la madre de Isabel II y
la Regente del país entre 1833 y 1840, que tras enviudar se había casado en
secreto con un Sargento de su Guardia de Corps. Exiliada durante la Regencia de
Espartero, volvió a España para volver de nuevo al exilio en 1854 expulsada por
el Gobierno que tomó el poder tras la revolución de ese año, exilio en Francia del
que no volvería hasta la restauración de la Monarquía con su nieto Alfonso XII.
La madre de Isabel II, a pesar de algunas
actuaciones humanitarias como la ayuda en una epidemia de cólera que asoló a la
población onubense de La Higuerita, que en agradecimiento cambió su nombre por
el de Isla Cristina, se había ganado la antipatía popular por su matrimonio
secreto, sus intentos de manejo de su hija la Reina y sus numerosas incursiones
en negocios de todo tipo, incluido el tráfico de esclavos.
En
cuanto al Ayuntamiento de Cádiz, entonces como ahora regido por políticos
sinceros y consecuentes, en cuanto conoció la noticia de su muerte en agosto de
1878, reinando ya su nieto, acordó rápidamente transmitir el pésame al Rey “por
el fallecimiento de su augusta abuela”, “asistir a la Catedral a las honras
fúnebres” y “que la campana del municipio acompañe a la de la Santa Iglesia
Catedral en los dobles de honras por el alma de la Reina Doña María Cristina de
Borbón”.
Para
terminar esta entrada y desterrar posibles equívocos por razón del nombe y del primer apellido, acompaño esta foto que hicieron
a Doña María Cristina en 1870 durante su exilio francés.
Doña María Cristina de Borbón |
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