viernes, 10 de enero de 2014

Pemán y las Cortes de Cádiz



José María Pemán en los años treinta

            El martes pasado publicó un artículo en el Diario de Cádiz el jurista, ateneísta, cofrade, buen gaditano y excelente amigo José Luis Suárez Villar en el que se denunciaba el silencio existente en Cádiz sobre la obra literaria de José María Pemán y la oportunidad perdida para haber representado el año pasado su obra teatral “Cuando las Cortes de Cádiz”.

            Coincido plenamente con su primera afirmación, tras su fallecimiento Pemán pasó, de ser la máxima personalidad en el mundo cultural gaditano con presencia en todas sus instituciones y el autor local por excelencia a ser un “escritor maldito”, silenciado y desconocido en su propia ciudad. Hoy ni siquiera se conoce o se recuerda su obra más accesible para el gran público, y en la que en mi opinión brilló con más genio, como sus artículos o sus cuentos llenos de contenidos gaditanos.

            Creo que este silencio, que en tiempos de la Transición pudo tener una motivación política, en la actualidad no tiene otra explicación que el triunfo de la incultura popular, triunfo consentido si no promovido por la clase política que padecemos. Cierto que se desconoce quien fue José María Pemán pero, por citar a un escritor de opuesto signo político ¿acaso nuestros jóvenes en edad escolar saben quien fue Antonio Machado y conocen su obra? Creo que, con las excepciones lógicas, no se está por la labor de divulgar el conocimiento de nuestra Literatura, ni de nuestra Historia, creo que la verdadera cultura ha perdido la batalla frente a los modernos medios de comunicación de masas cuyos niveles culturales y de pedagogía social conocemos, sirviendo de paradigma la muy vista programación de Tele 5, imitada por cierto por TVE.   

            Dicho lo anterior no quita para estimar que no hubiera sido acertada la representación de esta conocida obra teatral de Pemán. Era muy joven cuando vi la película “Lola la Piconera” de la recordada Lolita Sevilla; siendo más mayor asistí en el Teatro Falla a una representación de esta obra, puesta en escena por la compañía de “Aficionados distinguidos, corriendo el papel del Filósofo Rancio a cargo del propio Pemán. Era una obra muy popular en la que participaban personas muy conocidas del Cádiz de entonces como Jesús Ramos, Joaquín Piserra, Antonio Llaves y en la que hasta mi compañero de Instituto Miguel Ángel Cardenete tenía un pequeño papel, ya que su madre Rita Samsó  también pertenecía a esta compañía. 

            Pero el divertimiento de ver a conocidos profesionales gaditanos andando por el escenario maquillados y vestidos como las figuras del monumento de la plaza de España no me ocultó el mensaje filosófico y político de esta obra; que las Cortes de San Felipe Neri fueron un refugio de masones, vendidos a los franceses y traidores a España, que engañaron al noble pero ingenuo pueblo español para implantar unas libertades extrañas a nuestros  verdaderos sentimiento que, sostenimiento de una Monarquía absoluta y de instituciones tan “cristianas” como la Inquisición.

            Hay que tener en cuenta que esta obra se estrenó, al igual que El divino impaciente”, durante la Segunda República; eran obras militantes y polémicas que defendían una imagen del Catolicismo totalmente conservador que se oponía a los políticos republicanos cuyas leyes anticlericales pretendían socavar la fuerza de la Iglesia y su influencia en la vida pública en España.

            Cuando Pemán escribió esta obra era abiertamente antiliberal o, por decirlo de otra forma antidemócrata, contrario a las libertades que aparecieron en 1812 porque iban contra la forma de ser española y cuyas consecuencias se podían ver en la República. Aunque cualquiera que leyera por ejemplo los artículos de Pemán, podía distinguir en ellos una fina ironía muy gaditana y un carácter muy popular que le movían a cierto tono ligeramente irreverente hacia las autoridades establecidas, que le hacían ser en cierto modo un escritor abierto y liberal aunque fuera un pensador conservador.

            En los años setenta Pemán pensaba ya de otra manera; la celebración del Concilio Vaticano II y su pertenencia al Consejo Privado del Conde de Barcelona le habían hecho alinearse en el bando de los que querían que la Democracia llegara a España. A principios de esos años se publicó en la revista Triunfo una entrevista que le hizo su Director Eduardo Hato Tecglen en la que el escritor de la plaza de San Antonio, a la pregunta de si era liberal contestó que no podía ser de otra forma ya que era de Cádiz donde “hasta las piedras son liberales”, según la conocida frase. Esta afirmación me hizo escribir una de las dos “cartas al director” que he escrito en mi vida; en ella decía que el hecho de nacer en una determinada ciudad no suponía la adscripción a ninguna corriente política y que declararse liberal el autor de “Cuando las Cortes de Cádiz” era como querer estar en misa y repicando.

            Quizás yo entonces estuviera equivocado e ignoraba que Pemán había cambiado de ideas, y ya no era el Pemán de los años treinta o el de la Posguerra, pero su obra “Cuando las Cortes de Cádiz” sí es de su etapa más conservadora o reaccionaria, y rezuma odio hacia las Cortes y todo lo que representaron, por ello querido amigo José Luis, a pesar de la mediocridad cultural de nuestra clase política esta vez, quizás sin querer, ha acertado, aunque yo también echo de menos que se fomente más todo lo bueno que escribió este gaditano fuera cual fuera su ideología política, aunque a la vista del panorama quizás sea pedir demasiado.    

           

           

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