José María Pemán en los años treinta |
El martes pasado publicó un artículo en el Diario de
Cádiz el jurista, ateneísta, cofrade, buen gaditano y excelente amigo José Luis
Suárez Villar en el que se denunciaba el silencio existente en Cádiz sobre la
obra literaria de José María Pemán y la oportunidad perdida para haber
representado el año pasado su obra teatral “Cuando las Cortes de Cádiz”.
Coincido plenamente con su primera afirmación, tras su
fallecimiento Pemán pasó, de ser la máxima personalidad en el mundo cultural
gaditano con presencia en todas sus instituciones y el autor local por
excelencia a ser un “escritor maldito”, silenciado y desconocido en su propia
ciudad. Hoy ni siquiera se conoce o se recuerda su obra más accesible para el
gran público, y en la que en mi opinión brilló con más genio, como sus
artículos o sus cuentos llenos de contenidos gaditanos.
Creo que este silencio, que en tiempos de la Transición
pudo tener una motivación política, en la actualidad no tiene otra explicación
que el triunfo de la incultura popular, triunfo consentido si no promovido por
la clase política que padecemos. Cierto que se desconoce quien fue José María
Pemán pero, por citar a un escritor de opuesto signo político ¿acaso nuestros
jóvenes en edad escolar saben quien fue Antonio Machado y conocen su obra? Creo
que, con las excepciones lógicas, no se está por la labor de divulgar el
conocimiento de nuestra Literatura, ni de nuestra Historia, creo que la
verdadera cultura ha perdido la batalla frente a los modernos medios de
comunicación de masas cuyos niveles culturales y de pedagogía social conocemos,
sirviendo de paradigma la muy vista programación de Tele 5, imitada por cierto
por TVE.
Dicho lo anterior no quita para estimar que no hubiera
sido acertada la representación de esta conocida obra teatral de Pemán. Era muy
joven cuando vi la película “Lola la Piconera” de la recordada Lolita Sevilla; siendo
más mayor asistí en el Teatro Falla a una representación de esta obra, puesta
en escena por la compañía de “Aficionados distinguidos, corriendo el papel del
Filósofo Rancio a cargo del propio Pemán. Era una obra muy popular en la que
participaban personas muy conocidas del Cádiz de entonces como Jesús Ramos,
Joaquín Piserra, Antonio Llaves y en la que hasta mi compañero de Instituto
Miguel Ángel Cardenete tenía un pequeño papel, ya que su madre Rita Samsó también pertenecía a esta compañía.
Pero el divertimiento de ver a conocidos profesionales
gaditanos andando por el escenario maquillados y vestidos como las figuras del
monumento de la plaza de España no me ocultó el mensaje filosófico y político
de esta obra; que las Cortes de San Felipe Neri fueron un refugio de masones,
vendidos a los franceses y traidores a España, que engañaron al noble pero
ingenuo pueblo español para implantar unas libertades extrañas a nuestros verdaderos sentimiento que, sostenimiento de
una Monarquía absoluta y de instituciones tan “cristianas” como la Inquisición.
Hay que tener en cuenta que esta obra se estrenó, al
igual que El divino impaciente”, durante la Segunda República; eran obras
militantes y polémicas que defendían una imagen del Catolicismo totalmente
conservador que se oponía a los políticos republicanos cuyas leyes anticlericales
pretendían socavar la fuerza de la Iglesia y su influencia en la vida pública
en España.
Cuando Pemán escribió esta obra era abiertamente
antiliberal o, por decirlo de otra forma antidemócrata, contrario a las
libertades que aparecieron en 1812 porque iban contra la forma de ser española
y cuyas consecuencias se podían ver en la República. Aunque cualquiera que
leyera por ejemplo los artículos de Pemán, podía distinguir en ellos una fina
ironía muy gaditana y un carácter muy popular que le movían a cierto tono
ligeramente irreverente hacia las autoridades establecidas, que le hacían ser
en cierto modo un escritor abierto y liberal aunque fuera un pensador
conservador.
En los años setenta Pemán pensaba ya de otra manera; la
celebración del Concilio Vaticano II y su pertenencia al Consejo Privado del
Conde de Barcelona le habían hecho alinearse en el bando de los que querían que
la Democracia llegara a España. A principios de esos años se publicó en la
revista Triunfo una entrevista que le hizo su Director Eduardo Hato Tecglen en
la que el escritor de la plaza de San Antonio, a la pregunta de si era liberal
contestó que no podía ser de otra forma ya que era de Cádiz donde “hasta las
piedras son liberales”, según la conocida frase. Esta afirmación me hizo escribir
una de las dos “cartas al director” que he escrito en mi vida; en ella decía
que el hecho de nacer en una determinada ciudad no suponía la adscripción a
ninguna corriente política y que declararse liberal el autor de “Cuando las
Cortes de Cádiz” era como querer estar en misa y repicando.
Quizás yo entonces estuviera equivocado e ignoraba que
Pemán había cambiado de ideas, y ya no era el Pemán de los años treinta o el de
la Posguerra, pero su obra “Cuando las Cortes de Cádiz” sí es de su etapa más conservadora
o reaccionaria, y rezuma odio hacia las Cortes y todo lo que representaron, por
ello querido amigo José Luis, a pesar de la mediocridad cultural de nuestra
clase política esta vez, quizás sin querer, ha acertado, aunque yo también echo
de menos que se fomente más todo lo bueno que escribió este gaditano fuera cual
fuera su ideología política, aunque a la vista del panorama quizás sea pedir
demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario