En 1858, el Presidente de los Estados Unidos James
Buchanan, defiende ante el Senado norteamericano su proyecto, plasmado en el llamado Manifiesto
de Ostende de 1855 del que fue uno de los redactores, de comprar a España la
isla de Cuba para anexionarla como un estado más de la Unión.
El Ayuntamiento de La Habana aprueba un acuerdo oponiéndose
a la citada compra, y defendiendo la integridad del territorio español, del que
entonces formaba parte la isla cubana. Dadas las conexiones tan estrechas de
Cádiz con esa ciudad, un grupo de concejales propuso enseguida que el Pleno acordara
“la firme resolución del Excmo. Ayuntamiento y de la muy noble y muy leal Ciudad
que representa, de no arredrarse a la vista de ningún poder, por colosal y fuerte
que aparezca y de estar pronto a morir si preciso fuere en defensa del honor
nacional y de la integridad de la Monarquía Española”.
Aprobada en la sesión plenaria del 4 de Febrero, no nos resistimos
a copiar su texto íntegro que, escrito por la clara letra de Adolfo de Castro, se
remitió a través del Gobierno Civil a Isabel II: “El Ayuntamiento de Cádiz,
representante y fiel intérprete de los sentimientos de amor patrio y de sincera
adhesión a la augusta persona de V. M. que animan a toda esta población, no
cumpliría con sus patrióticos deberes, si no se apresurase a unir su voz a la
del Cuerpo Municipal de La Habana, para ofrecer a los Reales pies de V. M. el
sacrificio de sus vidas y haciendas, si necesario fuere, para la conservación
de la integridad de la Monarquía Española.
Señora, un Gobierno extranjero, el de los Estados Unidos
de América, ha declarado en su pleno Parlamento, su resuelto propósito de
valerse de todos los medios hasta el de la compra, para despojar a la Corona
Española del mejor y más rico de sus
florones, la Isla de Cuba. Señora, el Municipio de Cádiz, juntamente con el de
La Habana, harían una injuria al Gobierno de V. M. si lo creyesen capaz de
escuchar ni un solo instante esa pretensión ignominiosa que cubriría de un baldón
de infamia el honor nacional, cual es la de enajenar aquella preciosa Isla, la
más rica provincia de España, asimilada a los Españoles por sus usos, su
Religión, su idioma y sus costumbres, e igualada a nuestros pueblos por las
sabias Leyes de Indias. Y si la honrosa negativa del Gobierno de V. M. a escuchar
tan humillante proposición diese, por combinación con otras intrigas políticas,
por último resultado la guerra, los habitantes todos de Cádiz, animados de su
ardiente patriotismo del que tantas pruebas tienen dadas en más difíciles
ocasiones, acudirán con sus esfuerzos y sacrificios en socorro de sus hermanos
de la Isla de Cuba y no descansarán hasta ver rechazados con oprobio y con
vergüenza a esos sus encarnizados y codiciosos enemigos. Sepa el Gobierno
Anglo-Americano que en todos los pechos castellanos desde el de nuestra augusta
Reyna hasta el del último de sus súbditos se ha sublevado esa santa indignación
que da el noble orgullo contra pretensiones tan ofensivas.
Tales son Sra. los sentimientos y los votos de todos los habitantes
de Cádiz, y que este Ayuntamiento tiene la honra de poner a los Reales pies de
V. M. Dios guarde la preciosa vida de V. M. En el Consistorio de la Ciudad de
Cádiz a 18 de Febrero de 1859”.
En el mes de Mayo llegó al Ayuntamiento una comunicación del
Ministro de Guerra y Ultramar informando que “S. M. la Reyna se había enterado
con satisfacción de la exposición elevada por el Ayuntamiento de esa Ciudad”,
lo que “de Real Orden” ponía en conocimiento del Alcalde gaditano.
Ya fuera porque los Estados Unidos se enteraran de este
acuerdo del Ayuntamiento Gaditano o ya fuera por otra causa, el caso es que
desistió de su propósito y la preciosa Isla de Cuba permanecería unida a España
hasta el fatídico año de 1898.
Del Archivo Histórico Municipal de Cádiz
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