viernes, 16 de agosto de 2013

¡ABRE LA MURALLA!


           

 
 Hoy nos parecerá absurdo o imposible, pero la hora de apertura y de cierre de las murallas de Cádiz constituyó siempre una preocupación para las personas que trabajaban fuera del casco urbano, para los viajeros que llegaban a la ciudad o para cualquiera que tuviera que desplazarse a Extramuros o al muelle para cualquier asunto o para visitar a algún familiar que viviera de los glacis hacia fuera. Así por ejemplo la llegada con retraso del tren o de las diligencias que hacían los servicios a las localidades de la provincia, algo entonces habitual, suponía que los pasajeros encontraran las puertas de las murallas cerradas, teniendo que pernoctar en alguno de los ventorrillos que se encontraban estratégicamente situados en el interior del muelle o en las proximidades de las Puertas de Tierra, de algunos de los cuales hemos tenido noticia hasta nuestros días como Corona o el Transvaal.

            Esta situación, que se mantuvo hasta bien avanzado el siglo XX, motivó muchas quejas del Ayuntamiento a las autoridades militares, ante el perjuicio que causaba a los visitantes y a los vecinos de la ciudad. Un ejemplo de estas quejas comienza con un escrito que elevan a la Alcaldía en 1842 los ediles Thomás Matheu y Tiburcio Campe, en él se quejan de que “Las irregulares horas de abrir y cerrar las Puertas de la Ciudad causan al vecindario notables perjuicios y más acrecentados a los trabajadores y jornaleros de los Muelles, Puerta de Tierra o barrios de Extramuros y Puntales y a los de Bahía que pernoctan en la ciudad, Precisamente los que se ocupan de las faenas de Puntales, que no bajan en el día de 400 personas, deben estar en sus respectivos trabajos al salir el sol, y mal pueden ejecutarlo cuando la Puerta de Tierra se abre algunos días después que el gran padre de la luz del día ha calentado bien los cascos al Capitán de Llaves, resultando que pierden medio jornal esos infelices braceros; igual partida sufren al cerrarse temprano dicha puerta, pues si han de dar de mano para coger Puertas lo han de hacer antes de ponerse el sol y también sufren quebranto en sus jornales.”

Por “todos estos perjuicios que sufre el pueblo”, pedían al Alcalde que se dirigiera al Comandante de la Plaza para que “las puertas de esta Ciudad se abran y cierren con la regularidad posible respecto a las estaciones del año” y que “se fijen en las mismas las horas a que deben verificarse para conocimiento del público”. El Alcalde llevó este asunto al Pleno Municipal que acordó dirigirse a la autoridad militar pidiéndole que “se abran y cierren las puertas antes de salir y después de ponerse el sol, o bien fijar horas según las estaciones para que los trabajadores no sufran”.  

La respuesta del Comandante General es una muestra del respeto por las ordenanzas y los usos y costumbres tan característico de la vida militar. El Comandante General comunica que “las llaves de la Plaza se depositan de noche en el pabellón de S. E. (se refería a su propia vivienda situada en alguno de los cuarteles junto a las Puertas de Tierra), al cañonazo del Alba las recoge el Capitán de Llaves y en necesaria mucha exactitud para hacer esta operación, pero siempre se ejecuta conforme a ordenanza, es decir que se abren cuando el día es claro y se cierran media hora después de ponerse el sol”. No obstante, para mostrar su buena disposición para con el Ayuntamiento y “para conciliar los extremos que se solicitan”, había dado órdenes de que “la Puerta de Tierra sea la primera que se abra y la última que se cierre”.  
Del Archivo Histórico Municipal 

3 comentarios:

  1. José Mª: Una curiosidad... ¿En que año desaparecieron las puertas de la muralla?

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    1. No se decirlo con seguridad, posiblemente el cierre con puertas y llaves de la ciudad en las Puertas de Tierra desaparecería al aumentar la circulación de los vehículos a motor en los años veinte, aunque los militares permanecieron allí hasta la apertura de los desaparecidos cuarteles de la Avenida; el cierre de las puertas de la muralla que daban al puerto al irse derribando a partir de la primera década del siglo XX. De niño recuerdo que en la curva del fuerte de Cortadura (curva terrible que propició muchos accidentes)se ponían los consumistas (cobradores de arbitrios municipales), que antes estaban en las Puertas de Tierra y que paraban a todos los vehículos que entraban en la ciudad. Incluso cuando se abrió el fuerte para eliminar esa curva todavía había guardia militar y se pasaba a veces un doble control, municipal y de la Guerdia Civil. Similar función recaudatoria para los que provenían del muelle y de la estación cumplía una caseta de mampostería que se mantuvo cerca de la entigua estación de ferrocarril hasta los años 70 del siglo pasado. Los consumistas,apoyados por la Policía Local paraban e inspeccionaban hasta los bultos que llevaban los pasajeros de los coches de caballo...

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    2. Muchas gracias por tu respuesta

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