martes, 31 de enero de 2012

UN CUARTETO DE CINCO EN EL CARNAVAL DE 1821




 En el mes de Febrero de 1821, el Carnaval resultó un éxito a diferencia del año anterior en el que el miedo a los desórdenes públicos hizo que cerraran hasta las panaderías, pero este año fue “quizás el más alegre y divertido que hemos tenido en esta ciudad. No ha habido el menor desorden”.

Para prevenir las alteraciones del orden y las maquinaciones de los enemigos del nuevo régimen liberal, las Autoridades, organizaron rondas de la Milicia Nacional por los lugares donde pudieran esconderse delincuentes y espías agentes de la reacción absolutista.

            Una de esas rondas encontró  “en una posada a deshoras de la noche”, y se llevó detenido a un grupo heterogéneo de personas, de las que entonces pululaban por Cádiz atraídas por sus famosas fiestas, grupo que hoy pudiera formar un original cuarteto de cinco componentes si se admite esta modalidad en el Concurso Oficial.

            Los  detenidos por estar “a deshoras de la noche” en la posada eran los siguientes personajes:

            Un “americano inglés” ¿quizás un norteamericano, canadiense o jamaicano?, de nombre Jorge Luis que además era “cristiano nuevo” ¿un sefardita?

            Un indio de la India, “José María natural de Malavar en Calcuta”.

            “El moro Balsú” cuyo tipo no hace falta explicar.

            Y dos pimpis de Cádiz, Juan Jiménez y Andrés Monreal, este último  “niño de la Cuna” y poseedor de un apodo torero “a) Limeño”.

            Una vez comprobado que no se trataban de espías, fueron conducidos a la presencia del Juez de Primera Instancia Don José Joaquín de la Escalera, quien les aplicó la entonces vigente “Ley de Vagos”, (no hay que alarmarse, eran cosas de los liberales del siglo XIX y ya está derogada), con el siguiente resultado:

            A cada uno de los gaditanos los condena a dos años de trabajos forzados en los arsenales de Ferrol a Jiménez y de la Carraca al Limeño.

            Al indio José María “a un año en el correccional de esta plaza” esto es al Hospicio o Casa de Misericordia de la Caleta.

            Al “cristiano nuevo” Jorge Luis también al Hospicio por dos años “en que se dedique a oficio útil”.

            El “moro Balsú fue el que salió mejor parado, ya que Su Señoría ordena que se entregue “al de su nación Alojachea Camarada para que le saque pasaporte y lo traslade a su país”.

            En resumen, un mal final sin tintes carnavalescos para este grupo de infelices.

            Del Archivo Histórico Municipal de Cádiz.


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