miércoles, 21 de diciembre de 2011

UNA RIÑA EN LA CALLE GUANTEROS

 A finales del siglo XVII Cádiz contaba con una numerosa población transeúnte y aventurera, que llenaba sus calles en espera del viaje a las Indias, y que era propensa a producir pendencias y duelos con resultados sangrientos, sin olvidar a los vecinos que, como los demás españoles de su época no necesitaban de muchos requerimientos para sacar a relucir sus armas.
Una de estas peleas es la que protagonizaron en 1697 el abogado Juan de la Mata con su vecino el maestro Ambrosio de Mendiarez que tenía una escuela de niñas en la planta baja de su casa sita en dicha calle. El abogado, cansado al parecer de los ruidos que salían de la escuela, comenzó a discutir con una joven que ayudaba en el cuidado de las niñas siguiendo la pelea con el maestro, “a cuyo ruido había acudido mucha gente de la vecindad y entre ella un mozo con su daga y espada”. El mozo era Miguel Parra del Castillo, oficial Mayor de la Contaduría del Cabildo de la Catedral, quien pretendió separar a los que se peleaban “luchando a golpes y porrazos y teniendo la espada y daga desnudas” de cuyo resultado él resultó herido en una brazo, pero el maestro recibió una herida en la nariz a consecuencia de la cual falleció, siendo detenido el citado mozo.
Días después la viuda Magdalena de los Reyes acudió al escribano Juan Bautista de Brozas para conceder su perdón al homicida y que pudiera salir de la cárcel, ya que “su intención no fue matarlo sino apaciguarlo y no darle lugar a que tomara su arma y otros inconvenientes”. 
(Sacado de una “escritura de perdón” del Archivo Histórico Provincial de Cádiz.)

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