lunes, 27 de febrero de 2012

MEMORIA HISTÓRICA DE CÁDIZ: EL CENTRO CATÓLICO DE OBREROS



Dedicado a los antiguos alumnos de "El Centro"

El 2 de Mayo de 1890 nació en Cádiz la asociación Centro Católico de Obreros, uno de los sindicatos católicos que se creaban en toda España por esas fechas y que tenía como uno de sus fines “la Educación gratuita de niños y  niñas necesitados”. Estableció su sede en la plaza de Jesús Nazareno y comenzó sus enseñanzas gratuitas a cargo de los Hermanos de La Salle, mientras que su rama de adultos, junto con su acción sindical, desarrollaba actividades propias de estos círculos de obreros como las clases para adultos o culturales como mantener un grupo de teatro, una rondalla, etc.
El progreso de este sindicato lo prueba el hecho de que en las elecciones de 1903 para nombrar los vocales obreros en la Junta de Reformas Sociales de Cádiz, participó junto a las demás asociaciones obreras entonces existentes en la ciudad, elecciones que se desarrollaron sin que se dieran los actos de odio y de violencia sectaria que se darían años después.
Las distintas sociedades obreras declararon tener este número de afiliados:
El “Círculo de Empleados y Obreros de la Compañía Trasatlántica” 868 afiliados.
“La Unión del Personal de Fondas de Mar y Tierra” 603 afiliados.
La “Agrupación Obrera Republicana” 332 afiliados.
El Centro Católico de Obreros 162 afiliados.
La Agrupación Socialista 153 afiliados.
Vemos como los obreros de “el Centro” como era popularmente conocido se igualaba en el número de afiliados con los sindicatos de su época e incluso superaba a alguno de ellos.
En el mes de julio de 1936, sublevado el Ejército, mientras que en Cádiz el general Varela dirigía el sitio del edificio de la Aduana y del Ayuntamiento donde se habían concentrado las fuerzas políticas y sindicales leales a la Republica, grupos de supuestos partidarios de ésta, en vez de ayudar a liberar a los sitiados, se dedicaron a incendiar el centro de la ciudad, destruyendo parte de su patrimonio artístico y saqueando previamente todo lo que de valor encontraron en iglesias, colegios y comercios. Los atemorizados gaditanos vieron desfilar a personas mayores y niños cargados con el producto del botín que abarcaba desde los candelabros de plata de las iglesias y cofradías saqueadas hasta los mantones de manila y las camisetas y calcetines de los comercios del Palillero o de la calle Compañía.
Resulta curiosa al menos la actuación de estos grupos que respetaron los bancos y las mansiones familiares de los potentados mientras saquearon y quemaron los colegios de los hijos de la clase obrera como eran los lasalianos de el Centro, la Mirandilla y la Viña”. 
Días después algunos de los participantes en estos actos serían fusilados por unas autoridades y fuerzas políticas que competían en su crueldad y en su falta de caridad para con su prójimo con lo que hacían las autoridades y fuerzas políticas del otro bando.
Otros conseguirían el anonimato continuando su vida sin ser molestados y otros, más listos o más pillos, recorrerían enseguida las calles gaditanas con una flamante camisa azul ayudando a mantener el nuevo orden.
Es lo mismo que, afortunadamente en otro orden de cosas, sucede en nuestros días, el cambio radical de posturas ideológicas y el agrado con el que los nuevos dueños de la situación acogen a los neófitos siempre que les sirvan para sus intereses.
Estos hechos no son tan antiguos ni hace falta acudir a archivo alguno, ya que todavía afortunadamente viven personas en Cádiz que fueron testigos de los mismos y que pueden corroborar la veracidad de estas líneas.    
En cuanto al sindicato obrero católico gaditano, Franco lo remató, diluyéndolo junto al resto de sindicatos de la época en su propia organización sindical que ha perdurado hasta los comienzos de la Democracia.

   
           


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