viernes, 13 de enero de 2012

Un Chicuco sardo en el almacén de Felicísimo.




En el Cádiz del siglo XVIII la poderosa colonia montañesa encontró una fuerte competencia en la no menos numerosa colonia genovesa que vivía en la ciudad. Concretamente los genoveses empezaron a disputarle la primacía en las tiendas de ultramarinos, hasta el punto que a finales del siglo el Ayuntamiento contabilizó 415 “montañeses de tiendas”, pero ya había otros 124 “genoveses de tiendas”, pero la guerra en alianza con Francia contra Inglaterra de finales del siglo XVIII que se continuó cambiando de aliado y de enemigo a principios del siguiente, cortó el flujo inmigratorio hacia Cádiz convertida ya en una ciudad poco atractiva para el emigrante que llegaba dispuesto a reunir en ella una fortuna.

Una de esas tiendas de genoveses, reconquistada luego por los montañeses hasta nuestros días, era la situada en la calle Sopranis 10 en la antigua casa de la familia Lila que regentó hasta su cierre Felicísimo Villalba Fernández. Al igual que hacían los almaceneros montañeses, también los genoveses traían a familiares jóvenes de su tierra para enseñarles el oficio, aunque en el caso de los genoveses no se limitaban a su región del Final, sino que a veces también buscaban a sus propios mozos y dependientes en los entonces reinos de la península italiana, como en el caso que contamos.

 En 1795 este almacén pertenecía al comerciante Don Luis Antonio de Rivera que la tenía arrendada a Cayetano Parodi un genovés de Nervi, a quien auxiliaba despachando Alejandro Borino, nacido en Mergozo, Novara en la isla y Reino de Cerdeña. A la muerte de éste vino a Cádiz a sustituirlo otro paisano de Mergozo, Alejandro Tamiro quien describe su profesión: “llegué a esta ciudad como persona hábil, libre de la patria potestad, para el servicio y despacho de las tiendas de comestibles”, una versión itálica del “chicuco” cántabro.

Sacado del Archivo Histórico Provincial de Cádiz.



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