sábado, 7 de enero de 2012

MISTER BORROW EN CÁDIZ


            George Borrow escritor, políglota y misionero, viajó por España entre 1836 y 1840. Enviado por la Sociedad Bíblica británica, visitó ciudades y recorrió muchos caminos vendiendo o regalando ejemplares de la Biblia y el Nuevo Testamento, desafiando las prohibiciones impuestas por los gobiernos de Isabel II a la difusión de las publicaciones protestantes. Con el relato de sus aventuras vividas en este viaje publicó “La Biblia en España”, en el que narra su llegada a Sevilla en el verano de 1839, donde se le incautaron sus libros, y su posterior marcha, en el vapor que hacía la travesía del Guadalquivir, a Sanlúcar de Barrameda y de ahí a Cádiz desde donde continuó hasta Gibraltar. Cuenta la incautación de sus libros en Sevilla y de sus gestiones en Cádiz con la Aduana y con el Cónsul Británico, al que llama “Mister B.”, para poder remitir los ejemplares incautados a Inglaterra.

Borrow que era un viajero muy crítico con la España que visitó, sin embargo no derrocha esta crítica al describir la ciudad de Cádiz que “es de moderna construcción y muy distinta a cualquier otra ciudad de la Península, ya que esta edificada con gran regularidad y simetría. Las calles muy numerosas se cruzan por lo general en ángulo recto…”. Habla de la que llama “calle principal” (la formada por la calle Nueva y la calle San Francisco), “en ella está situada la Bolsa y las casas de los principales comerciantes, y es el punto de reunión de los ociosos, así como de los hombres de negocios a primera hora del día, y en ese sentido guarda parecido con la Puerta del Sol de Madrid”. Aunque en Cádiz no existió Bolsa, supliendo su función los cafés como lugar donde se realizaban los negocios y operaciones mercantiles, sí que captó fielmente el ambiente de esa calle que no sería muy distinto al que tenía hacia los años 60 del siglo pasado, asimilando a los “ociosos” de su descripción con los numerosos personajes, flamencos en espera de trabajo, pimpis, vendedores de lotería clandestina o de tabaco de contrabando, todos vestidos impecablemente, con zapatos relucientes y sus dedos ensortijados, apoyados en las puestas de las peluquerías o de los bares ojeando la prensa o mirando a la gente pasar.

Tras estar en Cádiz dos días atendido por su Cónsul, el propagandista bíblico se marchó para Gibraltar, dejando resuelto el retorno de los libros a su patria.

Veamos ahora este episodio desde la perspectiva de la Administración española. Fue el Gobernador de Sevilla Joaquín Manuel de Alba el que comunicó al de Cádiz que la policía sevillana había descubierto en esa ciudad a “un inglés que expedía a buen precio y aun gratis, ejemplares de la versión de los Nuevos Testamentos hecha por el P. Scio y del Evangelio de San Lucas en gitano”; que ordenó recoger los libros y descubrir quien los vendía “lo que tuvo efecto llamándose éste Don Jorge Brosweo y recogidos 59 ejemplares de los primeros y 11 de los segundos”. Remitía los libros a Cádiz “por el vapor con el ordinario Paulino Romero” para que fueran custodiados por el Gobernador hasta que su propietario proceda a “extraerlos fuera del Reino, precisamente por ese punto, siendo de su cuenta los gastos que se causen, bajo las garantías del Sr. Cónsul General de su nación en esa plaza”.

            El Cónsul Británico era Mr. Brackenbury quien, conforme a los deseos de  Borrow, procedió a remitir los libros a Inglaterra con el bergantín “Rambler” a cuyo Capitán John Hall le confió el trasporte. En octubre de ese año comunicaron desde Londres la llegada de dos cajas con los libros para tranquilidad de ambos Gobernadores Civiles, que procedieron a cerrar y archivar el expediente que se conserva en el Archivo Histórico provincial de Cádiz.




1 comentario:

  1. A mí me da la impresión al leer "La Biblia en España" de que el Señor Borrow era un poco quisquilloso. Aunque eran otros tiempos, leyendo entre líneas, me parece que más de uno debe haber pensado que de dónde había salido este "enteraillo". En su primera visita a Cádiz describe cómo huyendo de una conversación política se adentra a barrios de clase más baja dónde nadie sabía leer ni escribir y sus ideas sobre religión eran poco satisfactorias: "la mayoría monstrando perfecta indiferencia"... creo yo que si un chalao se me acercara por la calle hablándome de religión con un acentillo sospechoso tampoco le iba a hacer yo mucho caso mmm

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