Me permito aportar este pequeño apunte del siglo XVII a la historia de las cofradías gaditanas del Barroco, gaditanas e isleñas pues durante este siglo éramos una misma ciudad, adentrándome con el consiguiente riesgo en un campo en donde abundan los buenos especialistas y magníficos historiadores que espero sean benevolentes con el que escribe.
Las cofradías y hermandades españolas protagonizaron durante los años del reinado de la Casa de Austria numerosos enfrentamientos y discordias en defensa de sus derechos y privilegios que dieron lugar a numerosos y eternos pleitos. Algo parecido debía suceder en Cádiz, donde los cabildos municipal y eclesiástico y hasta la misma Corona disputaron más de una vez por cuestiones de protocolo como el uso de dosel o el orden de prelación en procesiones y otros actos públicos. Las cofradías no iban a estar libres de este ambiente de reivindicaciones y disputas, máxime cuando se discutía el orden de su desfile en procesiones de tanta relevancia pública como la del Corpus gaditano, por lo que los protagonistas del siguiente suceso demuestran su sentido común y su espíritu de concordia.
Corría el año 1636 cuando se reúnen en la Catedral gaditana, hoy Parroquia de Santa Cruz, los representantes de estas cofradías:
Por Vera Cruz, su hermano Pedro de León.
Por San Telmo la cofradía de los marineros, su Hermano Baltasar Pérez.
Por Nuestra Señora de Loreto, su hermano Cristóbal Ferrer.
Por El Santo Entierro de Cristo, su hermano Gonzalo Bellido y sus Hermanos Mayores Cristóbal Matías de Rivera y Antonio Barbosa.
Por San Miguel la cofradía de los estereros, sus Mayordomos Francisco de Vega y Domingo Fernández.
Por San Diego, su Mayordomo Pedro García de Palacios.
Por Santa María de la Cabeza, la cofradía de los montañeses, su Mayordomo Francisco de Arteaga.
Por San Roque, su Mayordomo Antonio González.
Por Humildad y Paciencia la cofradía de los Cargadores a Indias, su Mayordomo Juan García Julián.
Tras las discusiones que son de imaginar terminaron con un acuerdo sobre el orden de prelación, “sobre los lugares que debían guardar en los actos y procesiones”, atendiendo a la antigüedad de las cofradías presentes y ausentes como las de Jesús Nazareno o Nuestra Señora de las Mercedes entre otras. El orden sería el siguiente:
1º Vera Cruz.
2º El Entierro de Cristo.
3º Jesús Nazareno.
4º Humildad y Paciencia.
5º Dulce Nombre de Jesús.
6º Nuestra Señora del Rosario.
7º Nuestra Señora de las Mercedes.
8º Santa María de la Cabeza.
9º San Telmo.
10. San Lázaro.
11º Santa Lucía.
12º San Diego.
13º San Roque.
14º San Miguel.
15º Santo Ángel de la Guarda.
Sacado del Archivo Diocesano de Cádiz.
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