lunes, 12 de diciembre de 2011

HARTOS DEL DOCE

Lo peor que le puede pasar a cualquier tema cultural, y donde digo cultural digo social, es que caiga en manos de los políticos, de sus asesores y de sus técnicos preferidos. Alguien lanza la idea de lo interesante o de lo politicamente correcto que resultaría ese tema, preferentemente las conmemoraciones de lo que sea,  y ya tenemos a nuestros representantes, que lo son nos guste o no, pensando en qué pueden decir y qué pueden hacer para unirse al carro de lo "culturalmente correcto". Tras una programación, elaborada por el correspondiente "técnico cultural", se lanzan a utilizar los dineros públicos, nuestros dineros, de la forma habitual sin reparar que las actuaciones que programan y que generosamente financiamos todos, sirvan para algo, lleguen a la sociedad o tengan alguna utilidad social.
Es lo que está pasando con la conmemoración de bicentenario de la Constitución de 1812. Desde hace algunos años estamos contemplando en Cádiz las peleas de las administraciones públicas, mejor de los políticos que las regentan, para ver quien siente más el espiritu de este texto constitucional y quien hace más por su exaltación y  difusión. No entro en las obras públicas y las mejoras urbanas prometidas que, o son necesarias en cuyo caso debían hacerse con o sin doce, o no lo son y debiamos ahorrarnos estos gastos innecesarios. En cuanto a los gastos "culturales" se ha tirado de talonario para traer a Cádiz a catedráticos, académicos y escritores de moda, se han editado, y regalado claro, libros de variado valor científico y cultural, ¿y todo para qué? ¿cual está siendo el fruto de esta inversión? ¿en qué se está beneficiado la vida cultural gaditana aparte del prestigio añadido a algunos miembros de la comunidad universitaria? 
He participado en seminarios y he asistido a magníficas conferencias impartidas por catedráticos especializados en las materias históricas y constitucionalistas que atañen a esta conmemoración, sin que apenas hubiera público, limitándose la asistencia a dos o tres "paisanos", y menos mal que los demás ponentes y conferenciantes completaban la concurrencia evitando así que el acto se convirtiera en una reducida tertulia de café. ¡Tanto dinero invertido para esto!
Comprendo que las presentaciones a la prensa de las actividades y los actos inaugurales y de clausura de las mismas tienen réditos para los políticos al atraer sobre ellos la atención mediática y ciudadana, pero no creo que nos compense la utilización de estos recursos, léase dineros públicos, en unas actuaciones pasajeras mientras estamos desaprovechando la oportunidad de poder mejorar la infraestructura educativa y cultural de la ciudad y elevar el nivel de la cultura cívica de sus habitantes. Ese es al menos mi punto de vista.    

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