lunes, 30 de enero de 2017

La desamortización municipal


Mi nueva publicación.
             En 2014 el entonces Presidente de la Diputación Provincial José Loaiza García, quien tanto decepcionó a algunos compañeros ingenuos que creyeron que, por pertenecer a otro partido político, tendría un concepto distinto de la ética, la honradez y el respeto debido a las leyes, publicó en el prólogo a un libro publicado a un compañero de su partido por la Corporación que presidía lo siguiente: “Entre las funciones y competencias que la Diputación Provincial de Cádiz viene asumiendo y ejerciendo, se encuentra la divulgación cultural de cuantas actividades, estudios e investigaciones, acercan el conocimiento de la provincia de Cádiz a los gaditanos y redundan en su beneficio”.

            Confiando en esta idea hará catorce o quince años presenté el libro que ahora les presento a la casa rosada de la plaza de España, de la que entonces era funcionario, por si consideraba oportuna su publicación. Como verán los que tengan la curiosidad de leerlo, se trata de un capítulo muy importante de la historia del municipalismo provincial, que sufrió un gran expolio cuando, agotados ya los bienes vendibles de la Iglesia, el Estado necesitó más dinero para hacer frente a los gastos de la interminable guerra carlista. Al entonces Ministro de Hacienda Pascual Madoz se le ocurrió la idea de hacer lo mismo con los bienes de los Ayuntamientos que al fin y al cabo para su ideología liberal eran también manos muertas al igual que la Iglesia y sus órdenes religiosas.

            Este libro trata del desarrollo de ese proceso desamortizador en nuestra provincia, analizado municipio por municipio de los que entonces la componían. Pensaba que, además de una obra útil para completar la historia provincial, serviría también para las respectivas historias locales, pues había pocas publicaciones sobre este tema y además podía servir de base para futuras investigaciones.

            Tras unos meses de espera recibí la contestación con el habitual estilo cortijero que se usaba y, espero que ya no se use, en el palacio rosa de la plaza de España. Se me comunicó verbalmente y sin darme ningún papel que el Diputado competente graciosamente había autorizado su publicación. Esperé en vano que ésta se llevara a cabo durante varios años, pero siempre se quedaba para el año próximo por falta de presupuesto, siempre agotado éste por compromisos personales del Diputado o del Presidente, hasta que a los cuatro o cinco años dejé de preguntar, suponiendo que serían prioritarias otras obras más interesantes que la mía.

            Cuando habían transcurrido unos diez años de la entrega de mi obra pedí formalmente a mis compañeros la devolución del ejemplar para entregarlo a una imprenta para su publicación a mi costa. Contra todas las normas administrativas y de la simple educación personal, ni se me contestó. Ya no estaba el PSOE, ahora era el PP el que usaba el mismo sistema caciquil del desprecio, no ya al compañero sino al ciudadano, pues la condición de funcionario, al menos por ahora, no creo que prive a nadie de su ciudadanía. Para mi fortuna pude recomponer una copia, por lo que resultó innecesaria la entrega del ejemplar que unos compañeros, de forma casi clandestina, habían localizado en el servicio correspondiente.

            Este trabajo, utilizando una frase muy usada, viene a rellenar una laguna importante en la historiografía gaditana del siglo XIX; si no me creen lean las historias locales que suelen aportar datos muy pobres sobre este tema, con la excepción de Cádiz, Vejer y Conil.

Aprovecho esta entrada para amenazarles que tengo ya recogido casi todo el material archivístico para confeccionar la historia de la desamortización eclesiástica de Mendizábal y Espartero en nuestra provincia y de sus resultados; aunque, dada la envergadura de la obra y mis limitaciones físicas, creo que a lo sumo lograré redactar este episodio histórico limitado a la ciudad de Cádiz, si mis otros proyectos pendientes de terminar me lo permiten. 
            Como ven es un libro que ha tenido un nacimiento dificultoso, pero que al fin está, al menos en las bibliotecas públicas, a disposición de cuantos se interesen por la historia de nuestra tierra. Espero que puedan disfrutar con su lectura.


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