Hace justo un siglo, el 19 de febrero de 1913, se celebró en Cádiz una “velada necrológica” organizada por el Centro Escolar Gaditano “En honor a la memoria del Excmo. Sr. D. Segismundo Moret”.
El Centro Escolar Gaditano se había creado dos años
antes, siendo sus promotores Leandro González y Antonio Ruiz Vilches, y tenía
por fines “estrechar los lazos de unión, de amistad y compañerismo entre los
estudiantes de los diversos Centros de Enseñanza de esta Capital”.
Intervino como orador invitado D. Niceto Alcalá Zamora, un joven Abogado
y Letrado del Consejo de Estado, que llegaría a la presidencia de la Segunda
República, pero que por aquellos años militaba en el Partido Liberal, el mismo
que el difunto Moret.
El orador que según se narra en la cabecera del folleto
que presento “al dirigirse hacia la mesa estalla una prolongada salva de
aplausos”, presenta la obra del recordado como fundamental en el afianzamiento
de la Restauración de Alfonso XII, al facilitar, junto con Sagasta y Cánovas,
la integración del Partido Liberal en la Monarquía recompuesta.
En su actuar en la política siguió “procedimientos de
educación y de cultura”, para defender “sus dos grandes creencias: la monarquía
y la democracia”, ya que creía que una monarquía podía dar al país estabilidad
después del cruento siglo lleno de luchas civiles que España había sufrido.
Como hitos fundamentales de su quehacer político glosa su
defensa de la libertad religiosa, lejos del radicalismo de la intolerancia y
del sectarismo que condena, ya que creía que “la religión y la conciencia son
cosas tan espirituales e íntimas que, al alzarse hasta el cielo, no pueden tropezar
con obstáculos nacidos de la ley”.
Destaca su política primero en las colonias en las que
consiguió la abolición definitiva de la esclavitud y después con su intervención
tras la crisis del 98, aplicando su optimismo a la reconstrucción del estado
tras la terrible derrota material y anímica sufrida.
Por último, destaca su implicación en el problema social,
para el orador “una consecuencia desviada pero lógica de la doctrina liberal”,
creando la Comisión de Reformas sociales, precursora del Instituto de ese
nombre, que iniciaría “la función activa y reguladora del Estado”, para
establecer la “legislación obrera”, ensanchando “el contenido del derecho
social clásico” permitiendo que “las masas se organizaran y fueran al
Parlamento” y oponiendo “el socialismo
evolutivo” y “la solidaridad patriótica” a “la lucha de clase contra clase”.
Terminó exaltando la figura de un político al que le tocó
gobernar “en periodos de decadencia” y al que la Historia colocaría en el
verdadero pedestal que le correspondía.
No han debido pensar igual los responsables de la vida
institucional y cultural de nuestra ciudad que han dejado pasar el centenario
de su muerte sin organizar ni siquiera una modesta “velada necrológica” como la
que organizó una asociación de estudiantes hace exactamente un siglo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario