jueves, 20 de febrero de 2014

HACE UN SIGLO. HOMENAJE A MORET


            Hace justo un siglo, el 19 de febrero de 1913, se celebró en Cádiz una “velada necrológica” organizada por el Centro Escolar Gaditano  “En honor a la memoria del Excmo. Sr. D. Segismundo Moret”.

            El Centro Escolar Gaditano se había creado dos años antes, siendo sus promotores Leandro González y Antonio Ruiz Vilches, y tenía por fines “estrechar los lazos de unión, de amistad y compañerismo entre los estudiantes de los diversos Centros de Enseñanza de esta Capital”.

            Intervino como orador invitado D. Niceto Alcalá Zamora, un joven Abogado y Letrado del Consejo de Estado, que llegaría a la presidencia de la Segunda República, pero que por aquellos años militaba en el Partido Liberal, el mismo que el difunto Moret.

            El orador que según se narra en la cabecera del folleto que presento “al dirigirse hacia la mesa estalla una prolongada salva de aplausos”, presenta la obra del recordado como fundamental en el afianzamiento de la Restauración de Alfonso XII, al facilitar, junto con Sagasta y Cánovas, la integración del Partido Liberal en la Monarquía recompuesta.

            En su actuar en la política siguió “procedimientos de educación y de cultura”, para defender “sus dos grandes creencias: la monarquía y la democracia”, ya que creía que una monarquía podía dar al país estabilidad después del cruento siglo lleno de luchas civiles que España había sufrido.

            Como hitos fundamentales de su quehacer político glosa su defensa de la libertad religiosa, lejos del radicalismo de la intolerancia y del sectarismo que condena, ya que creía que “la religión y la conciencia son cosas tan espirituales e íntimas que, al alzarse hasta el cielo, no pueden tropezar con obstáculos nacidos de la ley”.

            Destaca su política primero en las colonias en las que consiguió la abolición definitiva de la esclavitud y después con su intervención tras la crisis del 98, aplicando su optimismo a la reconstrucción del estado tras la terrible derrota material y anímica sufrida.

            Por último, destaca su implicación en el problema social, para el orador “una consecuencia desviada pero lógica de la doctrina liberal”, creando la Comisión de Reformas sociales, precursora del Instituto de ese nombre, que iniciaría “la función activa y reguladora del Estado”, para establecer la “legislación obrera”, ensanchando “el contenido del derecho social clásico” permitiendo que “las masas se organizaran y fueran al Parlamento” y  oponiendo “el socialismo evolutivo” y “la solidaridad patriótica” a “la lucha de clase contra clase”.

            Terminó exaltando la figura de un político al que le tocó gobernar “en periodos de decadencia” y al que la Historia colocaría en el verdadero pedestal que le correspondía.

            No han debido pensar igual los responsables de la vida institucional y cultural de nuestra ciudad que han dejado pasar el centenario de su muerte sin organizar ni siquiera una modesta “velada necrológica” como la que organizó una asociación de estudiantes hace exactamente un siglo.

           

  

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