sábado, 24 de noviembre de 2012

MINGITORIOS GADITANOS

El mingitorio de la plaza Fragela

            Los mingitorios o urinarios públicos, tan necesarios en una ciudad como Cádiz con tantos forasteros y viajeros en tránsito, fueron en otros tiempos una preocupación del municipio gaditano que se preocupó de instalarlos en los sitios de más concurrencia de personas, mejor diríamos de hombres, ya que al parecer sólo a éstos iban dirigidas estas instalaciones de las que no podían hacer uso las damas.
            Bien con establecimientos de mampostería como el que podemos ver en las fotografías antiguas de la plaza de San Antonio, bien con armazones de hierro como el situado junto al Gran Teatro que encabeza esta entrada, pero estos servicios públicos siempre existieron en Cádiz. Nos lo cuenta el Alcalde Juan Valverde en las “Memorias de la Administración Municipal de Cádiz en el año de 1862”, que durante ese año había realizado “una reforma útil, indispensable y urgente con el establecimiento de 21 columnas urinarias en los sitios convenientes de la ciudad”.
Claro que este servicio no servía si no se procedía a la consiguiente limpieza diaria, de esto se quejan al Ayuntamiento en 1876 algunos vecinos de la calle Nueva, firmantes los hermanos Bocanegra y siete vecinas, que piden se retire el mingitorio de dicha calle “puesto en uno de los sitios menos ventilados de la ciudad” que sufre “constantemente una gran falta de aseos” con las consiguientes “miasmas nada agradables ni gratas al vecindario”. Aunque los firmantes no consiguieron su propósito al menos si consiguieron que el Pleno acordara “que se limpie bien cuando lo necesite”.
Aunque no siempre se hacía uso de ellos, mi abuelo Miguel me contaba el “espectáculo” que era ver en pleno día a hileras de hombres orinando contra la muralla antes de que la derribaran en lo que luego sería el paseo de Isaac Peral, mientras esperaban para entrar en los despachos profesionales de comerciantes, notarios, abogados y médicos instalados en las hermosas casas de la actual avenida frente al muelle.
Yo no llegué a conocer el instalado en San Antonio, aunque sí recuerdo y usé los instalados en las plazas de San Juan de Dios y Mina, así como el de la Alameda, todos ellos para “señoras” y “caballeros”, y hoy afortunadamente cerrados, ya que el Ayuntamiento por fin reconoció a finales del siglo XX y en principios del actual, que esas instalaciones eran impropias de una ciudad avanzada, moderna y culta, pues las personas ya no tienen esas necesidades más propias de humanos que no de los ángeles puros en los que nos hemos convertidos los que transitamos por las calles de Cádiz.
            Del Archivo Municipal de Cádiz.

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