sábado, 4 de febrero de 2012

ALGUACILES ALGUACILADOS





De las “escrituras de perdón” que se hacían ante los escribanos gaditanos para retirarse de las denuncias y pleitos penales se desprenden curiosas historias que nos dicen mucho de la vida diaria y de la sociedad de la época, como en el caso de la siguiente.

En Octubre de 1650 Antonio Bonora, un “genovés zapatero de lo basto”, compareció ante el Escribano para declarar que “en la Cárcel Real están presos Francisco Márquez y Juan Flores, alguaciles de la Real Justicia de esta Ciudad, por haberle quitado al otorgante 17 pesos de plata doble, y que está convencido que ninguno de ellos ha sido y la persona que lo hizo se los ha restituido”, los perdonaba por cualquier culpa y cargo que contra ellos hubiera  y rogaba “al Alcalde Mayor y demás Justicias” que los sacaran de la cárcel.

Los alguaciles estaban presos por una haber sido denunciados por Bonora ante el Alcalde Mayor por una detención ilegal seguida de robo. Por su denuncia sabemos que cuando estaba en su casa “que está frontera al boquete”, “llegaron Juan de Flores y Francisco Márquez alguaciles de la Real Justicia de esta ciudad diciendo “éste es” y que le llevaban preso por un caso grave y después de sacarlo a la calle se encontró con otros dos hombres que no conoció, los cuales preguntaron la causa de su prisión y luego todos entraron en el zaguán de la casa de Juan del Pozo y allí le tentaron los calzones donde le hallaron 17 pesos de plata doble, los cuales se los tomaron y dijeron que se iba a la Cárcel y le habían de dar tormento y echar a galeras y que los dichos alguaciles se quedaron con el dinero”, además le dijeron que vendiese sus bienes y se fuese de la ciudad.

Ante la gravedad de los hechos el propio Alcalde Mayor procedió a meter en la cárcel a sus dos empleados, pero ahora Borona declaraba ante el Escribano que lo detuvieron por otra causa y “no le quitaron ningún dinero, ni menos le tentaron las faltriqueras, sino que fueron los dichos otros dos hombres que llegaron a la sazón” y como uno de los dos desconocidos por medio de un sacerdote le había restituido lo robado ya no había causa alguna que inculpara a ninguno de los alguaciles.

            ¿Se trató de un perdón originado por coacciones o el fruto de un arreglo con las familias de los presos? Lo cierto es que el rigor de la Justicia de la época hizo que la denuncia de un zapatero remendón extranjero bastara para encarcelar a dos de sus servidores, que no obtendrían su libertad hasta la declaración exculpatoria del denunciante.

            Del Archivo Histórico Provincial de Cádiz.    












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