jueves, 9 de marzo de 2017

Un Stadium para Cádiz.

Entre los numerosos papeles que conservaba mi padre, rescato un ejemplar de 1929 del Diario de Cádiz que contenía una carta dirigida al Presidente de la Unión Patronal Gaditana Don Juan Parodi.

En ella su autor se ofrecía a promocionar y a financiar a su costa "un proyecto pro Cádiz", cuya necesidad justificaba así: "Todo lo que prepare al ciudadano físicamente para la defensa de su Paria y su Hogar cuando sea requerido, inoculándole con ello, ademas del amor patrio, el alto deber de todo español de mantener incólume el legado de nuestros antepasados de caballerosidad e hidalguía, para transmitirlo de igual forma a sus descendentes, y sirva además para fortalecer la raza facilitándole medios para los ejercicios físicos, poniéndonos al par de otras naciones". Estos fines consistían en "la enseñanza del uso de las armas de guerra al elemento civil con los complementos indispensables de los ejercicios físicos".

Para ello se proponia "construir un polígono con los adelantos existentes hoy día y, para los indispensables ejercicios, un Stadium donde la juventud adquiriera el desarrollo físico, con el consiguiente mejoramiento de la raza y resistencia indispensable para la eficiente defensa de la Patria", aunque se quejaba amargamente que antes debía vencer "los esfuerzos de un pequeño grupo de interesados en su fracaso", a pesar de que todo el proyecto sería todo construido a su costa "sin miras a ser desembolsado en ninguna forma". Pero este pequeño grupo sería capaz de desbaratar las intenciones del firmante de la carta, ya que hasta algunos años después no surgiría el campo de fútbol del Mirandilla, con pretensiones más modestas y sin la intervención del personaje a qué aludimos.

A tenor de las ideas que vierte en su carta, en que habla del manejo de las armas y de la mejora de la raza cualquiera podía pensar, desde nuestra óptica actual, que se trata de un furibundo militarista, cuando no de un racista convencido. Nada más lejos de la mentalidad de este hombre, dotado de un talante liberal que adquirió en su tiempo de permanencia en los Estados Unidos, hablaba así sólo motivado por sus ideas patrióticas y de protección de la juventud, lo que consiguió en parte con su apoyo al movimiento scout en nuestra provincia. Talante liberal que, a pesar de su carácter moderado y de su alineamiento al lado del bando sublevado el 18 de julio de 1936, le  llevó a tener que abandonar Cádiz apresuradamente, saliendo de su casa de la Alameda que luego le sería expropiada, en su coche protegido por dos vehículos de la Guardia Civil que le agradecía así los esfuerzos que había hecho para mejorar las condiciones materiales de los miembros de este cuerpo, según me contó en este mismo paseo un testigo ocular.

Se trataba de Don Elías Ahuja, un filántropo tan desconocido hoy por los gaditanos que no ha merecido el reconocimiento ni de un pueblo que ha olvidado ya de tanta ayuda como recibió desde la planta baja de la casa de Vedor 3 ni de unas autoridades locales que ignoran hasta la historia más reciente de nuestra ciudad.                    

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