viernes, 20 de febrero de 2015

La Plaza.


            A algunos siendo casi niños nos llevaban a la Plaza a ver los “tosantos”, también a escuchar cantar a los coros antes de que se inventara lo del “carrusel”, para todos los gaditanos era la Plaza, a la que la nomenclatura municipal denominaba pomposamente el Mercado Central y que las nuevas generaciones ya van conociendo como “el espacio gastronómico del mercado”. La plaza de la Libertad, nombre que respetaron hasta los Ayuntamientos franquistas, pero que muy pocos lo conocen ya. Desde el viejo recuerdo a aquellas vivencias infantiles me permito recordar los comienzos de su nacimiento.

            Al principio del siglo XIX no era sino una parte de la huerta del convento de los Franciscanos Descalzos; vendida por los frailes al Ayuntamiento, se formó en ella una explanada, con el nombre de Libertad, en la que se instalaban entradores y vendedores de productos de las huertas de Extramuros y de la cercana Chiclana formando un mercado más propio de un pueblo que de la civilizada ciudad que era entonces Cádiz.

Esto lo vio en 1836 el Alcalde 1º Therán quien se dirigió al pleno municipal en estos términos “Es indudable que el estado de la plaza pública llamada de la Libertad no corresponde al nombre de esta Capital, a la cultura de su vecindario y al lustre de este Cuerpo municipal”. Se quejaba del estado del mercado “La desigualdad de sus puestos, su corto número, la falta de oficinas para su aseo, mejor orden, servicio del público y vigilancia de la Autoridad son circunstancias que reconoce cualquiera”.

   Para solucionar esta situación proponía “Agrandar la plaza, hacer los puestos iguales y en el número y por el orden conveniente con las demás oficinas necesarias” así como “abrir una calle que desde la de Sacramento, prolongando la de San Miguel vaya a la Plaza” y acompañaba “unos dibujos” que ilustraban sobre la “nueva plaza” que proponía.

Se formó una Comisión integrada por los ediles Tomás Macías, José María Gómez y Juan de Elizalde que estudió este proyecto, y que animó al Ayuntamiento a emprenderlo para conseguir, “ya que no verla concluida en su tiempo, haberlo intentado y planteado”. Calculó su coste para noventa puestos en 27.000 reales de a ocho, y al señalar esta moneda usaba el símbolo español que tomaron prestado en los Estados Unidos para el Dólar, aunque proponía como ahorro utilizar en su construcción “una considerable cantidad de piedras” que había quedado “en el derribo de las tapias de la que fue huerta de San Francisco”.

La Plaza en moneda con símbolo español.

En cuanto a la ampliación de la plaza entendía que "no se debe intentar, conceptuando que para Cádiz, con la plaza que existe tiene suficiente". También sobre la nueva calle que continuara la de San Miguel, su parecer fue negativo, “pues además del desnivel del terreno que ocasionaría una calle con demasiada pendiente, tendría más bien la hechura de callejón  entre dos tapias” y además que era “tan corta la distancia de la calle de San Miguel al callejón alto de los Descalzos que no recompensaría el  trabajo y coste de la obra”.


El tiempo le daría la razón a Therán frente a los realistas miembros de la Comisión.

El proyecto de Therán.
Del Archivo Histórico Municipal de Cádiz.

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