En la segunda mitad del siglo XVII el Cirujano Don Julio Ordóñez al que el Cabildo Municipal había otorgado el título de Visitador de las boticas y lugares donde se practicaba la rudimentaria medicina de esa época, denunció al Cabildo municipal que se había abierto un nuevo establecimiento sanitario en la ciudad, el encargado era Don Antonio de Lagos, quien “en las casas de su morada” había “introducido una forma de dar sudores y baños para todo género de enfermedades”.
El Cirujano denunciante “teniendo en mi leal saber y entender lo referido incompatibilidad”, pide al Cabildo que “los médicos de la ciudad”, esto es los médicos encargados de la salud pública y contratados por el municipio, vean dichos baños y examinen su composición y efectos”, para que, “con juramento declaren su sentir para pasar a aprobarlos o prohibirlos por convenir así a la causa pública y salud”, fiando en el juramento la veracidad de sus informes de expertos galenos.
Suponemos que se aprobaron los baños pues no hay noticias posteriores de su prohibición, pero en todo caso es de agradecer la vigilancia municipal sobre las ventajas para la salud pública del que podíamos denominar primer spa del Cádiz barroco.
Sacado del Archivo Histórico Municipal de Cádiz-
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