sábado, 18 de agosto de 2012

EL COMIENZO DE LA CRUZ ROJA EN CÁDIZ



En 1873 se presentó en Cádiz la “Asociación Universal para el socorro a heridos en campañas de tierra y mar”, conocida ya entonces como La Cruz Roja. En la carta que dirige al Ayuntamiento su primera Junta Directiva y que integran entre otros el boticario Juan B. Charpe y Fernández, el periodista García de Arboleya y como Secretario Cayetano del Toro, se dirige a los gaditanos y a las “caritativas gaditanas que enjugais las lágrimas del que padece” solicitaba “donativos o efectos como hilas, vendajes, camas o ropa de ellas etc.” que deberían entregarse en su sede de la calle Junquera 2.
Explicaba así el objetivo de esta nueva asociación: “La Cruz Roja, nacida de la caridad cristiana, tiene por lema el amor al prójimo y se propone socorrerlo y auxiliarlo en sus desgracias y tribulaciones. Y por lo mismo, amando a todos los hombres nada le importa la opinión política que profesen para tenderles sus cariñosos brazos y ampararlos y socorrerlos en todos los casos que lo hubieren menester”. 
Acompañaba unos Estatutos que prescribían el uso por sus miembros, (a los que les estaba prohibido el uso de cualquier clase de armas en actos de servicio), de una gorra y de un brazalete, ambos de color blanco y con la cruz roja, y de la bandera con ese símbolo en los hospitales y en las camillas que condujeran a los heridos. Además se dividía Cádiz en los estos seis distritos: 1º Central, con un hospital de sangre provisional en la botica de Compañía 11. 2º Rosario, con hospital en la botica de su Presidente en la calle Baluarte 3. 3º San Antonio, con hospital en su sede y almacén de la calle Junquera. 4º San Lorenzo, con hospital en la botica de la calle Lincoln 70. 5º Castrense, del que no da más detalle, quizás por ubicarse en él el Hospital Militar de la plaza Fragela. 6º Extramuros, con hospital “en la oficina de farmacia de dicho barrio”.
La carta de presentación terminaba con el deseo de que ojalá la sección de Cádiz no se viera nunca obligada a prestar sus servicios, lo que desgraciadamente no se cumpliría ya que pocos meses después se producirían los sucesos del Cantón gaditano, en los que los miembros de tan benéfica institución tendrían ocasión de ejercer en su propia ciudad su labor humanitaria.
            Del Archivo Municipal de Cádiz  


miércoles, 8 de agosto de 2012

EL VÍA CRUCIS DE PONZANELLI

Otra obra maestra de Ponzanelli en Cádiz
Siguiendo el trabajo de Fray Vicente Díaz “El Vía Crucis de Ponzanelli” publicado por la Diputación Provincial de Cádiz, resulta que este vía crucis, que se extendía desde la antigua Catedral hasta Capuchinos, se desmontaría después de la Desamortización de 1835, sin embargo parece que desde mucho antes ya había dejado de aparecer ante los ojos de los gaditanos como un sitio de oración y se criticaba el campo de Capuchinos como lugar poco idóneo para su instalación.
 Hemos localizado dos “artículos comunicados” durante el Trienio Liberal al Diario Mercantil, equivalentes a las actuales cartas al director, que pasamos a resumir.
El primero es de 26 de noviembre de 1821, firmado por A. de M. dice que a “la ilustrada religiosidad de nuestro gobierno municipal…su ocupada atención le ha impedido reparar en la mayor de todas las irreverencias, cual es la efigie del Crucificado nada menos que al lado de un muladar en el campo de Capuchinos”, critica a los que pusieron el vía crucis en ese lugar “Solamente la estúpida ignorancia de nuestros abuelos puede disculpar profanación tan escandalosa a vista de transeúntes y forasteros. ¿La Santa Cruz…seguirá cortejada de gaviotas y perfumada con basuras entre la melodía del bramido de las olas y de la furia de los vientos durante el día y la obscuridad de la noche? ¿Se plantaría, no digo el retrato del Sr. D, Fernando VII, ni del general Riego, pero del más vil pirata en parage tan afrentoso e indecente? Y apuntaba la solución: “Por tanto el Excmo. Ayuntamiento, que nos gobierna y representa, impelido de su notorio celo y vigilancia, debe disponer al momento que la venerada figura del Crucifijo con todo el vía-crucis del campo sea retirado al claustro o patio del convento de Capuchinos para la visitación de los fieles en su ejercicio de las estaciones…”.
Pero el destinatario del artículo no debió leerlo, pues pocos años después en el mismo Diario Mercantil del 16 de enero de 1823 aparece otro artículo comunicado que firma “Un católico” que describe con tintas más negras lo impropio de la permanencia del vía crucis en aquel lugar: “Voy viendo las cruces que están en el campo de Capuchinos para el santo fin de rezar la vía-sacra, pero en 8 años que vivo en él no le he visto rezar a nadie ni una sola vez, y si para que se encubran algunos rateros para sorprender al que pasa y robarlo, como ya ha sucedido, y también que parejas de hombres y mujeres, que no pueden pelar la pava en su casa, se pongan a hacerlo al pie de las mismas cruces y…a rezar otras devociones, como he visto varias veces. ¿Deberá mediante lo dicho permanecer o quitarse? Al Excmo. Ayuntamiento es a quien corresponde dar la respuesta, expidiendo la orden que le diere su acreditada prudencia.”
Como se ve, en los años veinte del siglo XIX el vía crucis ya no cumplía su función para la que fue instalado ¿debido quizás a un enfriamiento de la religiosidad popular en esos años de fuerte lucha política? Ignoramos también su final ¿se quitaría y pasaría al interior del convento de Capuchinos? Lo ignoramos, pero si consta su desaparición de ese lugar y su desmembramiento si hacemos caso a Fray Vicente Díaz, en todo caso estamos ante otra riqueza más del Cádiz de antaño dispersa y oculta a la contemplación de los gaditanos, las cosas de esta ciudad.